lunes, 2 de noviembre de 2020

NinguneaNdo

... al enemigo


62ª Maleta

Estamos programados para olvidar, para caminar con anteojeras, para consumir sin cuestionar. Nos sientan en una montura y procuramos encajar, divididos en ejércitos a la voz de "¡disparen sin preguntar!". Do, re, mi, mí, me, conmigo; mío y de nadie más. ¿La música en nuestros oídos?. Marcha fúnebre al compás. Y hay quien la baila, y la goza, y la canta...

Somos de una casta de valientes que se ríe en la cara del peligro y afrontamos las consecuencias con la máxima osadía porque estamos curados del espanto ajeno, porque a nadie le aportan las responsabilidades, porque la culpa nunca cae al suelo pero tampoco pesa en nuestros brazos. Cha cha cha...

Cuando la muerte llegue con la cuenta no podremos correr y hacer un simpa, no ocurrirán milagros navideños, no ofrecerá descuentos ni rebajas. Se cobrará en especie lo pactado, lo traducido ya a todas las lenguas y que ha quedado bien publicitado.

¿Quién lanzará el primer canto rodado?.

(...)

Será porque no estamos avisados.

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Entré en casa caminando despacio como el que se adentra en una casa del terror.

- ¿Hola? - pregunté al aire mientras me iba asomando hacia el interior.

La península de la cocina estaba recogida, las dos sillas de barra alineadas en su lugar y no había platos ni vasos en el escurridor como solía ser lo habitual. En el salón todo estaba ordenado también. No había mandos de la 'Play' por medio, la funda del sofá estaba bien colocada y en la mesa baja no había revistas, ni libros, ni ningún portátil o sus cables asomando. Además parecía todo limpio. La estantería y la tele libres de polvo, la alfombra aspirada y el suelo fregado. La luz entraba por el ventanal de la terraza y atravesaba hasta la puerta de la despensa junto al frigorífico. La perfecta foto de revista de decoración.

- ¿Has estado de zafarrancho de limpieza esta mañana o qué?.

Avancé por el pasillo hacia la última puerta de la izquierda, la de la habitación del barman.

- No había mascarillas en ningún lado. He probado con todas las farmacias que he encontrado desde el hotel hasta aquí pero nada, agotadas en todas partes. ¿Te lo puedes creer?

Toqué con los nudillos en su puerta.

- ¿Estás bien?.
- ¡No entres! - me indicó desde el interior - ¿Me has traído las pastillas y el termómetro?.
- Sí. Aquí los tengo pero...
- Déjalos ahí en la puerta y vete al salón, please.
- Tío, estás empezando a acojonarme.
- Tranquilo, my friend. Tú hazme caso. Ahora te lo explico.

Dejé la bolsita de la farmacia en el suelo y me alejé de la puerta caminando hacia atrás como si estuviera en medio de un intercambio de rehenes.


En el hilo sonaba Madilyn Bailey

miércoles, 27 de mayo de 2020

MenguaNdo

... las expectativas.


61ª Maleta

El zumbido insistente de una avispa la pone en alerta en busca de lo cerca o lejos que se encuentra de su aguijón. Jamás ha sufrido una picadura pero solo piensa en huir del dolor. Cuando al fin la localiza se queda hipnotizada observando cómo se aproxima lentamente a la boca de una fuente con pulsador manual clausurada con una pegatina de fondo rojo que reza 'Prohibido su uso temporalmente'.

La avispa se apoya en el borde de metal con la misma delicadeza que si lo hiciera en el interior de una flor y camina marcha atrás introduciéndose con cuidado dentro del caño como si tratara de evitar cualquier daño a su pistilo. En ese momento se da cuenta de que el silencio que se vive en las ciudades ha dejado espacio a otros sonidos en los que antes ni siquiera reparaba: los pájaros por la mañana, los pasos de algún perro, el aire esparciendo el algodón de los álamos,...

Las antenas de la avispa asoman de nuevo por el agujero y enseguida vuelve el sonido de su vuelo esta vez para alejarse cargando con una gota de agua cristalina que brilla como un diamante al cruzarse por uno de los últimos rayos de sol que le quedan al día. Ella la sigue con la mirada hasta donde puede y respira profundamente. Durante un instante se siente parte y motor de un cambio o, al menos, de la oportunidad de que la ciudad y sobretodo sus habitantes aprendan algo de todo el dolor vivido en las últimas semanas.

De pronto, un sonido metálico y repetitivo la saca de su ensoñación. En los balcones asoman cucharas de madera, sartenes, cacerolas y todo tipo de utensilios que eclipsan con bullicio el murmullo de la ciudad pausada. Molesta, se pregunta cómo es posible que encontremos la forma de apabullar y sobresalir siempre sobre todo lo demás. En su interior se empiezan a encoger las frágiles esperanzas.

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Saqué el móvil de nuevo imaginando lo que podía haber pasado. Y no me equivocaba.

- Al final ha salido Manu - a las 15:20
- Me ha dicho que estabas hablando con alguien en la escalera así que nos vamos acercando al Japonés de siempre por si al final te apetece - a las 15:21
- ¿Será posible que me pase lo mismo dos veces? Está claro que no aprendo la lección... - pensé.

Decidí llamar al barman antes de responder.

- ¿Qué pasa compi? Perdona que no te cogiera antes. Es que no veas la que le han hecho a la recepcionista del The Level. Estaba la pobre... - me disculpé.
- Luego me cuentas - me dijo con voz apagada - Es que me encuentro fatal. No voy a ir a trabajar esta tarde. ¿Te importa comprar paracetamol y un termómetro en la farmacia a la que vengas a casa? Creo que tengo fiebre y todo.
- No me digas que te has pillado un gripazo. Eso te pasa por dormir con el culo al aire - le dije bromeando.
- ¡Ah! Y mascarillas. Compra mascarillas, por favor.
- ¿Mascarillas? ¿Para qué?
- Tú hazme caso, botones.
- Bueno bueno, lo que tú me digas. Voy para allá. No tardo.


En el hilo sonaban Morgan

miércoles, 13 de mayo de 2020

LabraNdo

... un nuevo futuro (5 de 5)


60ª Maleta

Se quedó mirando cómo entraba en el hotel a la espera de ese último vistazo. Ella se giró, le dedicó una sonrisa y le hizo un gesto de despedida antes de que las puertas automáticas de la entrada se cerraran reflejando el exterior. Se aseguró de la hora y echó a andar de vuelta a casa.

- Oye 'Siri', llama a 'la Pe' - le dijo al teléfono mientras conectaba los auriculares.
- Llamando... - contestó obediente el aparato. 
- ¡Hola! - respondió enseguida al otro lado - Me has pillado justo terminando una llamada por el 'zoom' con la gente de la compañía. ¿Cómo estás?
- ¿Qué pasa 'sis'? Todo bien por aquí. Ya estoy de camino a casa.
- ¿Mucho lío hoy? Estoy viendo por la tele la de gente que pasa de las normas del confinamiento y me acuerdo de ti mogollón. Tú ten mucho cuidado, ¿eh?
- El que tengo siempre, mujer, no me seas madre tú también - dijo con aire seco.
- No me seas poli tú, que soy tu hermana mayor. ¡Qué borde, hijo!. Anda cuéntame alguna anécdota de esta semana... - le pidió con tono zalamero.
- Pues mira, hoy hemos tenido que personarnos en una comunidad de vecinos en la que unos cuantos tenían montada una fiesta en la piscina.
- ¡Hay que ver!
- Y el otro día paramos a un tío que iba paseando un perro de peluche, ¿sabes estos que van con pilas y hacen un ruido artificial de ladrido, como muy agudo? Pues ahí estaba el tío entre los coches con el perro, tan pancho.
- ¡Jajaja! - se reía - No deberíais multar a la gente simpática.
- Poca guasa 'sis', que no veas cómo está el hospital de esta. Ella sí que me cuenta unas historias... ¿Sabes qué nos pasa? Que somos como el fumador que se levanta una mañana con tos y no fuma en todo el día, acojonado. Pero en cuanto se le pasa el susto se enciende otro cigarrillo. Algunos no se preocupan lo suficiente hasta que no les tocan en la cartera. - sentenció.
- Pues, ¿sabes lo que veo yo? Que el mundo está mejor sin nosotros. Sin la actividad humana, digo. Mira, por la mañana abro la ventana y los pájaros cantan alegremente sin ruido de coches ni nada. Cuando saco al perro he notado que el aire está limpio y, aunque te cruzas con gente y hay colas hasta para comprar el pan, puede uno escuchar la brisa entre los árboles, ¡si yo creo que les están saliendo hojas nuevas y todo! - dijo entusiasmada.
- Es Primavera, tampoco hay que venirse tan arriba.
- Tú me entiendes. Creo que de esta vamos a entender mucho mejor lo que es importante de verdad. La ciencia, la investigación, el respeto por la naturaleza, el equilibrio...
- Ojalá 'sis', ojalá. Yo solo espero que llegue el día en que no tenga que salir a por alguno porque no sepa comportarse, simplemente, de manera cívica y siguiendo las normas.
- Verás que de esta nos reinventamos y aprendemos.
- Ya te contaré...

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Bajamos juntos hasta las taquillas en silencio. Mi cabeza se debatía entre lo que acababa de pasar y el deseo de coger el móvil para escribir a Emma. No sabía muy bien cómo salir de la situación pero la recepcionista parecía ahora más calmada.

- Oye - le dije finalmente en la puerta de las taquillas - Yo, es que, justo había quedado para comer y me deben estar esperando, ¿te encuentras mejor?
- Sí, sí, no te preocupes, por favor. Ya se me ha pasado. Ha sido el momento, ¿sabes?
- Pero, si te apetece, cuando salgas podemos quedar con el barman y hablarlo o distraernos un poco...
- Gracias botones, pero no sé si tendré humor..., igual otro día, ¿vale?
- De acuerdo. Como quieras. ¡Ánimo con el turno! Y cualquier cosa me dices, ¿eh? - dije sacando el móvil del bolsillo y meneándolo en el aire.
- Eres un cielo. Venga, ¡vete a comer! - me dijo mientras entraba en el lavabo.

Eché un vistazo rápido a la pantalla bloqueada. Dos mensajes de Emma y una llamada del Barman.

- Botones, ¿te has perdido? - a las 15:12
- Me muero de hambre, ¡corre! - a las 15:13
- Escribiendo...

Volví a subir las escaleras corriendo por segunda vez y esta vez abrí la puerta del lobby sin detenerme a escuchar ningún sonido, lo crucé a toda prisa y salí a la puerta del hotel.
Pero Emma ya no estaba allí.


En el hilo sonaban Sidecars

viernes, 8 de mayo de 2020

JuzgaNdo

... al sistema (4 de 5)


59ª Maleta

- ¿Hoy te vuelves a quedar en el hotel? - le preguntó mientras caminaban separados.
- Ay nene, ya sabes cómo es esto. Estoy todo el día con los COVID y con la protección justita. Al principio, la que nos hacíamos nosotras con tela de chubasquero, ya sabes, y ahora reciclándolo todo para que nos dé más de sí. No nos queda más remedio que aislarnos de la mejor forma posible.
- Si lo sé, cariño, pero es que ya llevamos muchas semanas y el tenerte aquí delante y no poder verte la mitad de la cara ni darte un beso..., ¡me mata!
- Mira, la semana que viene nos van a hacer la prueba de la sangre por fin. A ver si alguna lo tiene y es asintomática, o si a lo mejor ya lo hemos pasado, porque esto es una lotería. Seguro que pronto os las empiezan a hacer a vosotros también que tenéis que estar en la calle y en contacto con la gente. Tú te pones las mascarillas que te di, ¿verdad?
- Me quedé solo con una y esta que llevo ahora. El resto las repartí entre los compis - respondió.
- Pero, ¡nene!
- Cariño, no iba a ser el único con mascarilla, ¿entiendes? Que es que ni nos la dan ni la puedes comprar en la farmacia - justificó rápidamente.
- ¡Ays, mi poli preferido! Ojalá toda la gente fuera igual que tú...
- La gente es buena en general. Solo que, a veces, necesitan que se lo recordemos.
- Sí, con una visita a mi planta, para que vean a la pobre gente que sedamos a diario para intubarles sabiendo que la mayoría ya no va a salir. Y con una charla con mi jefe de servicio que tiene que escoger a diario quién está lo suficientemente fuerte para resistir la sedación y quién no la resistiría porque no hay UCIs suficientes - dijo visiblemente afectada.
- Es horrible..., ¡pero por suerte te tienen a ti! - trató de animarla - Bueno, tú tranquila y descansa un poco, que ya estamos aquí.
- Menos mal que el hotel está al lado del 'hospi'. - dijo soltando un gran suspiro - pero cuéntame rápidamente, ¿cómo están todos?; ¿tus padres?; ¿tu hermana?
- Por suerte mis padres siguen bien y a mi hermana ahora la llamaré de camino a casa.
- Me alegro. ¡Ays, nene!, muchas gracias por venir y acompañarme. ¡Este ratito contigo me da la vida! - dijo a dos metros frente a él en la puerta del hotel.
- Ya te he dicho que a mí me la quita - bromeó él con la sonrisa resguardada tras la mascarilla.

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La pobre recepcionista estaba desconsolada y yo tampoco sabía qué decirle. La noticia también me había dejado tocado. Pero al mismo tiempo la vibración del móvil en el bolsillo me reclamaba. Sabía que sería Emma esperándome fuera. La paciencia no era uno de sus fuertes.

- ¿Quieres que subamos al 'The Level' y te cojo un agua de los snacks? - le pregunté intentando que volviera a centrarse un poco.
- Vale - dijo separándose - Pero tengo el bolso abajo, en la taquilla. Necesito coger unos pañuelos y pintarme un poco el ojo porque debo parecer un mapache ahora mismo.
- Tienes un par de churretones sí, pero mira, el Joker tampoco es que se hiciera la raya con escuadra y cartabón y ha llenado los cines de todo el mundo para verle el careto.
- ¡Jajaja! - se le escapó una carcajada - ¡Ay botones! Siempre me sacas una sonrisa - dijo mirándome directamente a los ojos.
- ¿Ah, sí? - dije un poco atontado por el color verdoso que habían cogido los suyos con tanta lágrima.
- Aham - asintió con la cabeza sin dejar de mirarme.

La puerta de la escalera del primer piso se abrió de golpe haciéndonos pegar un respingo a los dos. El jefe de ventas iba hablando por teléfono.

- No te preocupes Juan Carlos. Mañana lo miramos sin falta y te envío la propuesta, ¿de acuerdo? - nos pasó por al lado sin prestarnos atención y abrió la puerta del lobby - ¡Jajaja, si es que eres un figura! Oye, te dejo que... - la puerta se cerró y nos dejó de nuevo en el silencio de la escalera.

- Entonces..., ¿bajamos? - acerté a decirle.
- Sí, sí, claro... - y se puso en marcha bajando el peldaño que nos separaba.


IdeaNdo

... nuevos planes (3 de 5)


58ª Maleta

Al terminar su turno se acercó hasta el hospital. Cuando pasaba a recoger a su novia acostumbraba a esperarla dentro del coche pero llevaba ya unas semanas llegando a pie hasta la entrada. Cruzó la calle y se acercó a un limpiabotas que estaba apostado en la acera a las puertas del hospital casi desde el primer día que empezó el confinamiento.

- Caballero, ¿cómo se encuentra usted hoy? ¿Mucho trabajo? - preguntó al hombre que se afanaba encolando la suela a unas zapatillas de tela.
- ¡Señor agente! Hoy ha sido un día bueno, no me puedo quejar. Además, le estaba esperando a usted y ya sabe lo contento que me pone verle. ¿No quiere que le repase el calzado? - se ofreció - Hoy no viene de uniforme.
- Muchas gracias amigo, pero hoy vengo a recoger un paquete y me lo he puesto todo tan limpio como cuando vengo uniformado - le respondió.
- Ya sabe lo que yo digo. El atuendo de un hombre es su tarjeta de presentación y su calzado debe brillar tanto como su sonrisa. Por eso yo siempre llevo mi traje y mis zapatos - dijo el hombre abriendo los brazos en pose.
- ¡Anda, truhán!, que los dos sabemos para quién te vistes así de elegante tú, ¿estás preparado? - dijo sacando el móvil del bolsillo - Venga, ¡vamos allá!.

Marcó la videollamada y enseguida apareció una cara al otro lado.

- ¡Hola cariño! Ya estoy aquí en la puerta con mi amigo. ¿Estáis listas?
- ¡Hola nene! Estamos preparadísimas. Voy a acercar un poco el teléfono, ¿vale? Preparaos por ahí también. Ahora te veo. ¡Mua! - le lanzó un beso.

La enfermera enfocó la cámara hacia la cama donde una mujer yacía aislada desde hacía varias semanas para que pudiera ver y oír a su marido al otro lado durante unos pocos minutos. La sonrisa del limpiabotas relumbraba en la pantalla y hacía asomar a la de su mujer que despertaba cada día siguiendo los pasos que le había enseñado la enfermera con la ilusión de volver pronto a casa junto a su marido.

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- Botones, ¡qué susto me has dado! - dijo poniéndose en pie de golpe y secándose las mejillas con el dorso de la mano.
- ¿Qué te pasa? ¿Es por lo de la reunión? Todavía no sabemos qué va a pasar. - intenté calmarla - Todo esto podría quedar en nada, además, no creo que estemos obligados a aceptar lo que nos han pedido. A ver, no soy un experto, pero suena a..., improvisado, ¿no crees? Te digo una cosa, ahora he quedado a comer, pero esta tarde vuelvo y se lo contamos al barman. Seguro que nos saca de dudas. Ya sabes que ese chico tiene conocimientos de urraca - dije tratando de animarla.
- ¡Desde luego! - respondió con media sonrisa - Pero no hay mucho que aclarar en mi caso.
- ¿Cómo que en tu caso? ¿Te han dicho algo diferente? - pregunté sorprendido.
- Yo llevo aquí poco tiempo botones, todavía no se han cumplido tres meses y... - empezó a emocionarse de nuevo.
- ¿¡Y qué!?
- Pues..., que el jefe me ha dicho que me van a rescindir el contrato como si no hubiera superado el periodo de prueba - rompió a llorar de nuevo y se abrazó a mí desde su escalón.
- ¿¡Cómo!? - exclamé realmente sorprendido - Pero..., ¿así, sin más?
- Eso me ha dicho - dijo con la voz acolchada en mi pecho - Que no era cosa suya para nada y bla bla... pero esta será mi última semana - articuló entrecortada por la llorera.
- ¡Mierda!..., ¿en serio?..., joder..., lo siento mucho - dije con sinceridad.

En mi bolsillo, el móvil no paraba de vibrar.


En el hilo sonaba Jake Houlsby

jueves, 7 de mayo de 2020

HuyeNdo

... de lo malo (2 de 5)


57ª Maleta

- Me encanta tu energía 'compi'. No sé cómo lo haces con todo lo que vemos. Pero sabes que estos dos están poniéndote de Mr. Wonderful para arriba ahora mismo, ¿no? - le dijo ella incorporándose a la carretera con el coche.
- ¡Jajaja, seguro!, ¿no era ya mi apodo oficial en la comisaría? Pero lo digo de verdad, tú lo sabes. Creo en la gente, creo en que la gran mayoría se esfuerzan, se comportan, saben que estamos para ayudar y hacen lo que es debido. Luego están a los que nos encontramos en el peor momento de su vida, o los que la cagan puntualmente, los payasos..., y solo una parte muy pequeña son mala gente.
- Te voy a decir una cosa. Te tienes el apodo bien ganado, colega - dijo entre carcajadas - Seguro que a tu chica te la camelaste por eso, ¿a que sí? Porque anda que no debe ver ella mierdas también en el hospital y más en estos días.
- ¡Ya te digo! Lo suyo es de otro mundo. Está hecha de otra pasta.
- Tiene que ser así. Hay que separar y dejar las cosas del curro en el curro. Si no, te vuelves loco - afirmó ella con seguridad.
- Yo me vuelvo loco igual últimamente - comentó muy serio.
- ¿Tú, Mr. Wonderful? - preguntó quitando la vista un momento de la carretera.
- ¡Del tiempo que llevamos sin coincidir! Entre sus turnos, mis turnos y ahora la movida del aislamiento voluntario..., ¿cómo lo haces tú? ¡Yo ya me subo por las paredes!
- ¡Acabáramos! ¡Tú quieres ser Mr. Wonderfuck! - dijo riéndose con él. - No te voy a contar mis intimidades pero cuando llevo algún tiempo sin ver a mi chico le suelo enviar alguna fotito para que piense en mí. Ya me entiendes... - dijo guiñándole un ojo.
- ¡No jodas! ¡Que eres policía! Sabes perfectamente que eso puede terminar en cualquier sitio.
- Ya llegó el aguafiestas - dijo cambiando el tono - Primero, no tienes por qué mostrar tu cara, ni nada reconocible y segundo, no tienes que enviar nada super explícito, ¿entiendes? Mira, justo el otro día le envié un selfie desde casa solo sacando la lengua y guiñando un ojo con un texto que ponía: "wish you were here", y ya fue suficiente. ¡Los tíos sois muy básicos! - rió de nuevo.
- Algo más se vería en ese selfie...
- ¡Sí hombre, a ti te voy a dar detalles! ¿No puedes relajarte un poquito? Está claro que tienes mucha tensión acumulada, ¡jajaja!

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Entré a toda prisa en el hotel y me dirigí directo a la escalera de servicio. Bajé los escalones de tres en tres, tiré de cualquier forma el uniforme dentro de mi taquilla y crucé volando el pasillo de personal para fichar la salida. Volví a subir los escalones y cuando estaba abriendo la puerta de seguridad que daba al lobby, un leve gemido me hizo detenerme. Me quedé agarrado a la manilla, escuchando en silencio, tratando de calmar mi respiración y el latido de mi corazón para agudizar al máximo el oído..., y ahí estaba otra vez. Era claramente un sollozo.

Dejé que la puerta se cerrara y asomé la cabeza por el hueco de la barandilla escaleras arriba. Subí el primer tramo con sigilo, tratando de identificar a qué altura podría estar el origen de los quejidos. Llegué hasta la puerta de la primera planta y nada más girar reconocí enseguida los pies de la recepcionista del 'The Level' por un pequeño tatuaje de una estrella de cinco puntas con una espiral en negativo que subía por detrás del tobillo. Estaba sentada en el tramo entre plantas.

- Ey - me anuncié cauteloso desde el primer peldaño - ¿Qué ocurre? ¿Estás bien?.


En el hilo sonaba Ben Howard

GobernaNdo

... emociones (1 de 5)


56ª Maleta

- Macho, es que es acojonante que tengamos que seguir personándonos por estos avisos después de toda la información que se ha compartido. ¡Esto no se va a acabar nunca! - se quejaba uno de ellos mientras caminaban hacia los coches.
- La gente que no vive un caso cercano piensa que esto está pasando en la tele, tío, que es cosa de otros, que no va con ellos - comentaba la compañera.
- Lo peor son los que nos tratan como a los malos hagamos lo que hagamos, colega. Y encima que tengamos que ir 'a pelo', ¡buah! - decía el tercero.
- Venga, venga, ¡menos quejas! Si os di a los dos las mascarillas esas que conseguí del hospital y ni siquiera os las ponéis.
- Porque tienen cuatro horas de efectividad, ¡como mucho! - respondió uno.
- La mía se rompió en la segunda puesta. Pero sabes que no tendríamos que andar así. Nos deberían dotar correctamente - apuntilló el otro.
- Sí, ya sé, ya sé. Y tienes razón, pero somos privilegiados por dedicarnos a lo que nos gusta.

En ese momento empezaron a resonar aplausos en el bloque de edificios frente al que habían parado para atender al aviso de un vecino informando de varios bañistas en las zonas comunes.

- ¿Veis lo que os digo compañeros? Esto es lo que tenemos que grabarnos. Hay mucha más gente normal y cívica que con la que tenemos que lidiar cada día. - y se giró hacia los balcones para devolver el aplauso haciendo que sus tres compañeros imitaran el gesto levemente.
- Venga, ¡buen turno! - les dijo antes de entrar en el zeta con su compañera y hacer sonar la sirena en señal de agradecimiento.

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- Pues ahí vamos - contestó Emma - Las cosas se están complicando en mi hotel, pero vamos, nada que tú no sepas porque estaréis más o menos igual, ¿no?
- No me hables, justo acabamos de salir de una reunión y...

El teléfono de Emma empezó a sonar oportunamente.

- Ay, perdona, tengo que contestar.
- ¡Claro! No te preocupes - dije alejándome un paso.
- ¿Cariño? Sí, estoy aquí fuera ya - quedó escuchando unos segundos y prosiguió - Jolín cariño, ¿y no me podías haber avisado antes? - dijo con tono contrariado - Bueno, pues nada. Ya me como yo algo por aquí porque a estas horas, ¡tú me dirás!

Siguió hablando unos pocos segundos y se acercó visiblemente disgustada.

- ¿Todo bien? - pregunté.
- Me han dejado tirada y con el estómago vacío, ¿te lo puedes creer?
- ¡No me digas! Yo acabo ya en nada, diez minutos. ¿Quieres que te acompañe? La verdad es que ahora que lo has dicho también tengo hambre.
- Pero, ¿te vas a cambiar?
- Sí, claro, no voy a ir con el uniforme. Pero no tardo nada. Enseguida estoy aquí. Se me ha ocurrido un Thai que te va a encantar, ¿te apetece?
- ¡Venga va! ¡Qué hambre! ¡Corre!


En el hilo sonaban Angus & Julia Stone

miércoles, 29 de abril de 2020

FondeaNdo

... frente a la costa


55ª Maleta

Sus padres creen que el futuro está en la universidad. Estudiar una carrera se ha vuelto una obligación y la selectividad parece la única meta del último curso escolar. Pero, incluso cuando aún había clases presenciales y la inercia del grupo le remolcaba, no tenía ni idea de a dónde quería ir a parar. En cada recreo escuchaba sin participar las motivaciones de unos y de otros y envidiaba en cierto modo a los que tenían muy claro su camino. Teleco, medicina, comunicación, farmacia...

Soñaba que flotaba en el mar con los ojos cerrados y los brazos separados a cada extremo con la esperanza de que la marea le arrastrara hacia la orilla y le diera la respuesta. Pero después de varios minutos de silencio con los oídos bajo el agua se encontraba tan adentro que ni siquiera hacía pie. Los nervios le invadían, los músculos se le agarrotaban y la pleamar le engullía cada vez más lejos de la arena. Entonces despertaba de golpe y la angustia le mantenía en duermevela.

Una tarde desde el balcón observó un par de coches de la policía. Tres hombres y una mujer uniformados caminaban por la acera hacia ellos cuando el reloj dio las ocho en punto y los aplausos empezaron a multiplicarse. Antes de entrar a los coches los oficiales devolvieron tímidamente el aplauso hacia el bloque de viviendas y al entrar hicieron sonar las sirenas en un gesto cómplice y agradecido. No le dio mayor importancia.

Esa noche se encontró de nuevo ondulando sobre el agua, alejado de la playa, luchando contra la resaca, tragando espuma con sabor a sal. Pero cuando iba a darse por vencido un hombre apareció nadando hacia él directamente:


"Tranquilo, soy policía. No luches, te vengo a ayudar"


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Salí el primero de la reunión con una mezcla en mi cabeza que incluía enfado, confusión y miedo, refunfuñando entre dientes, disgustado. Empujé la puerta de seguridad del lateral de la giratoria y me paré unos metros por delante de la entrada del hotel en busca de aire fresco para limpiar mi mente. Desde allí observé a la gente que pasaba por la acera, los coches del semáforo un poco más adelante, una moto acelerando con estruendo... Pensé que no lo entendía; el mundo seguía girando.

- Menuda carita botones. Ya no sé si entrar o quedarme aquí fuera.
- ¡Emma!, ¿qué haces aquí? - pregunté sorprendido.
- Solo pasaba porque he quedado para comer, ya sabes...
- Oh claro, claro, perdona. Es solo que hacía tiempo que no te veía. Desde... - levanté la mirada como buscando la respuesta aunque la conocía perfectamente - ¡Uf!, mucho tiempo, ¿no?. Y, ¿qué tal estás?, ¿cómo va todo?

* * *

- Oiga jefe, ¿sabe quién es esa chica con la que habla el botones en la entrada? - preguntó la recepcionista del The Level.
- Es una antigua compañera que trabajaba aquí hace algún tiempo - respondió el jefe de recepción - Todavía no teníamos la recepción de arriba.
- ¡Ah! Qué guapa, ¿no jefe? Qué bien rodeado ha estado usted siempre, ¿eh? - le dijo guiñándole un ojo y con la intención de cambiar un poco la sensación que aún pesaba tras la reunión.
- La empresa siempre ha contratado a los mejores profesionales. - dijo manteniendo su tono serio - A propósito, necesito robarle un minuto más, ¿puede ser ahora mismo?. Hay algo que debo comentarle.


En el hilo sonaban Club del río & Travis Birds

miércoles, 22 de abril de 2020

BuceaNdo

... entre tus aguas


54ª Maleta

Todo empezó con un selfie travieso tras varias semanas de aislamiento acumuladas. No era muy diferente de otros que le había enviado anteriormente, posando desde la playa apartándose el flequillo de la cara o poniendo morritos en pijama frente al espejo de su habitación, pero en aquellas circunstancias, ese "wish you were here" que acompañaba a la fotografía le confería el poder de traspasar la pantalla.

Después de tanto tiempo sin poder mirarla de cerca, sin percibir el aroma de su piel bajo el perfume, sin transitar con besos por su cuello estilizado ni recorrer su cuerpo uniendo con suavidad los lunares de su espalda y las pecas de su pecho, sin comprobar su reacción erizada a través de la camiseta...
Tantos días sin poder morderle los labios ni sentir la humedad de su boca mientras sus dedos exploran el final de su espalda, o las cosquillas de sus costados, o juguetean enredando en su cintura con la goma de su ropa interior...

Volvió a la realidad dándole a su mente una ducha de agua helada y aún con las manos agitadas acertó a escribirle en contestación:


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El jefe de recepción nos había convocado a una reunión dentro del despacho de reservas a primera hora de la tarde. Nos esperaba apoyado en una de las mesas, de brazos cruzados y tocándose la barba hasta el mentón con semblante serio y gesto pensativo.

- Buenas tardes - saludó poniéndose erguido frente a todos - Como saben desde hace unas semanas hay una especie de gripe en China que está afectando a las reservas que normalmente recibimos de aquel país. En esta época del año un gran número de nuestras habitaciones estarían ocupadas por clientes Chinos disfrutando de su tiempo principal de vacaciones del año y muchos de nosotros estaríamos dándoles servicio en turnos que se habían organizado en base a esas previsiones.

La gente asentía sin pestañear.

- Sin embargo, - continuó - ya habrán notado que no hay tanto trabajo y eso es porque estamos recibiendo muchas cancelaciones de último momento que no se están pudiendo compensar adecuadamente. Por el momento se han cancelado todas las reservas de grupos provenientes de China para este mes, el próximo y prácticamente todas las de Marzo. Y no parece que esto se vaya a detener aquí.

Un murmullo recorrió el despacho y el jefe lo cortó rápidamente levantando la mano con la autoridad que imponía siempre que hablaba sobre el trabajo.

- Esta semana hemos comenzado a recibir cancelaciones de clientes de otros países de aquella zona como Japón, Indonesia o Malasia y desde la dirección del hotel se están empezando a tomar algunas decisiones.

El silencio se hizo entonces sepulcral. Todo el mundo estaba conteniendo el aliento.


En el hilo sonaba Passenger

miércoles, 15 de abril de 2020

ZapateaNdo

... de aquí para allá


53ª Maleta

Siempre estaba colocado a la vuelta de mi calle, en la peatonal, arreglando el calzado de cualquiera que se lo encargase o sacando lustre a los zapatos de quien se apoyara en su caja de limpiabotas. Yo no suelo ir con atuendos 'de vestir' ni con ninguno de sus complementos pero aquel día tenía una entrevista y me puse a rebuscar en el armario meses después del último evento que me impuso una mínima etiqueta, probablemente una boda.

Sentado en su silla plegable de madera observé de cerca su peculiar aspecto que tantas veces me había llamado la atención. Vestía un traje oscuro de rayas, una camisa de cuadros con botones en el cuello y una boina marrón bajo la que asomaba por detrás un cabello entre grisáceo y cano como el de su espeso bigote. Era huesudo, delgado como un fideo, tanto que la chaqueta le caía como colgada en una percha de alambre y sus piernas apenas llenaban los pantalones, redoblados en mil pliegues desde el vértice marcado por sus rodillas. Tenía manos de artesano con la piel gruesa y los dedos fuertes y por su mirada de concentración cualquiera diría que extendía el betún por cada milímetro, un trabajo impecable.

Desde que el mundo se ha convertido en un lugar peligroso y las ciudades se contemplan desde la ventana no he vuelto a encontrarle en su sitio de siempre. Ojalá me tropiece con él pronto. Ojalá esté bien. Mis zapatos ya echan de menos su arte.

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La situación general en el hotel era de una calma tensa. Se notaba en cada uno de los empleados sin importar si eran de recepción, de restaurante, de limpieza..., hasta los del departamento comercial, siempre tan trajeados y sonrientes, tenían un gesto de preocupación que no podían disimular.

Esa mañana estaba reuniendo unas maletas de clientes del 'The Level' y me detuve a hablar un momento con la recepcionista que no le quitaba ojo a la televisión de la zona de snacks y bebidas de la planta.

- Parece que vamos a estar un tiempo sin Chinos, ¿no? - dije intentando quitarle hierro al asunto.
- ¡Qué fuerte! Acaban de poner unas imágenes de una ciudad China vacía. ¡No había ni un alma en la calle!
- Algo he oído del cierre de una ciudad, sí...
- Pues es impresionante, ¿te imaginas que lo hicieran aquí? ¡Prfff!, a ver qué nos dice el jefe en la reunión de esta tarde; y yo que no llevo ni tres meses en este curro... - dijo poniéndose pensativa.

Miré alrededor buscando la manera de cambiar de tema para que no se quedara con una mala sensación y entonces la vi ahí delante, frondosa y colorida, con sus hojas saliendo de un pequeño jarrón de cristal con el borde plateado colocado sobre dos grandes libros en el medio de una mesita baja.

- ¿Eso de ahí es un cóleo? - dije señalando con el dedo.
- Sí, ¿cómo lo sabes? La trajo el barman al segundo día de estar yo aquí. Me dijo que a los asiáticos les gustaría, que era una planta tropical, que les daría buena energía... Menudo rollo tiene ese chico, ¿cómo sabrá tantas cosas?
- Ni te imaginas cuántas veces me he hecho esa misma pregunta.

Y nos reímos los dos al fin descargando la tensión de tantos días por un rato.


En el hilo sonaba Frank Sinatra

miércoles, 8 de abril de 2020

VivieNdo

... la vida que toca


52ª Maleta

Hace mucho tiempo fue una niña tímida e insegura que se resguardaba bajo la falda de mamá de las miradas y los pellizcos en los carrillos. Era la primera y durante casi nueve años fue la única niña de una familia pequeña, sin tíos ni primos. Pero el año en que iba a pasar a tercero de E.G.B. nació su hermano y todo dio un giro inesperado. De golpe y porrazo, todos esos ojos que la observaban sin perder detalle ahora la ojeaban de pasada para posarse sobre el recién llegado y se encontró compitiendo por la atención perdida...

Hace menos tiempo fue una veinteañera egocéntrica y presumida que se valía de su atractivo adolescente para llevar el agua a su molino. Era la más guapa de todos los pueblos de la zona y en el campus de la universidad de Huelva la llamaban 'la Pe' por sus pinitos en el aula de teatro. Pero en mitad del segundo año destinaron a su padre al cuartel de Guzmán el Bueno, en Madrid, y todo el decorado cambió a su alrededor. De forma repentina, todos los halagos por ganarse sus afectos se difuminaron en un océano arisco de rivales y se encontró haciendo las filas que siempre se había saltado...

Hace un par de meses era una actriz complementaria que disfrutaba de su segunda fila. Todos los actores principales viajaron una semana por Europa para promocionar la obra en la que trabajaban. Uno a uno fueron cayendo con una fiebre inexplicable y un dolor de cuerpo que les dejaba sin energía. El tiempo del estreno se acercaba y no tenían su protagonista así que en el inicio de un ensayo, en una reunión improvisada, le anunciaron que sería ella, que había llegado su momento. Aquel 12 de Marzo, por sorpresa, se declaró el país en alerta y se encontró confinada en su pequeño apartamento... 

Todos los días desde entonces, a las ocho en punto de la tarde termina su función, abre el telón de cristal de su salón y recibe el aplauso que tanto añora. Y lo comparte. Y lo devuelve más fuerte. Porque sabe bien que solo es humo y nada más, que en esta obra surrealista que le ha tocado vivir son otros las estrellas principales y que gracias a ellas y a todos los pequeños esfuerzos individuales esto también pasará.

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- ¿Crees que eso de Asia va a ser para mucho? - le pregunté al barman confiando en sus bastos conocimientos.
- Mucho me temo que sí. Hace años la televisión pública italiana habló en un documental sobre experimentos chinos con virus raros. Como esto llegue a Europa...
- Pero, ¿cómo puede ser? El jefe está en lo peor de su pesimismo. Todos los días me enseña un montón de hojas nuevas de cancelaciones de grupos asiáticos. Pero digo yo que se pasará, ¿no?
- Han cerrado la ciudad de Wuhan entera. Esperemos que se haya hecho a tiempo. - comentó con seriedad.

Y ahí sí que empecé a ponerme nervioso. El barman nunca se tomaba nada demasiado en serio.


En el hilo sonaba Leiva

miércoles, 1 de abril de 2020

UnieNdo

... los puntos


51ª Maleta

Cada mañana educa la consciencia para sentir su cuerpo despertar y reconocer la postura en la que amanece. Hace unos días que la luz que se cuela entre las varillas del estor de la habitación la desvela y la encuentra invariablemente con la cara girada hacia la ventana.

Por unos segundos trata de recordar si estaba soñando, si su mente la había transportado a algún lugar en el que percibir la frescura del aire en la piel y extender la mirada por algún paraje verde y escarpado como los de su Galicia natal, para detenerse un momento en las sensaciones que evocan los últimos coletazos de una fantasía vivida en primera persona.

Después, trata de concentrarse en conectar los hilos invisibles de su cuerpo empezando por los dedos de los pies. Hace un círculo alrededor del hueso del tobillo y enlaza la pantorrilla a través del puente del talón. Percibe el hueco tras la rodilla y al rodearla la flexiona ligeramente para que la gravedad ayude a deslizar la activación por el muslo hacia la cadera. Se deja llevar por el cosquilleo hasta el vientre y desde allí todo se acelera por el sumidero del ombligo, como un chispazo que recorre la columna desde la rabadilla a la nuca dibujando el contorno de su cabeza hasta la frente. Pestañea suavemente y baja por la nariz, la boca, la barbilla..., y cuando llega al cuello se dispara hacia los dos extremos sobre los hombros estimulando brazos y manos hasta la punta de los dedos y de vuelta al centro del pecho.

Deja para el final, como cada día, los maltrechos pulmones encogidos como dos animales que comparten el calor de su madriguera en un invierno gélido. Trata de expandirlos con dificultad por una mezcla entre dolor y sensación de que ya están ocupados por un aire que no se intercambia y no termina de saciarla por más grandes que sean las bocanadas.

Empieza otro día de aislamiento en la UCI con la única compañía de sus pensamientos y una enfermera que se tomó el tiempo de enseñarla a dibujarse a sí misma en un lienzo blanco lleno de puntos numerados, para seguir peleando por la vida a sus más de 70 primaveras.

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- ... y el dichoso pájaro dio dos saltos, se coló por un agujerito y nos miró como diciendo, ¡ahí os quedáis! - le contaba divertido al jefe de recepción mientras él ordenaba sus papeles con gesto serio.
- ¿Y por qué no me avisó a mí? - dijo sin dejar de remover hojas.
- ¿Eh?, ¿Yo? - dije un poco confundido por su tono.
- ¿Por qué fue a buscar al barman en vez de llamar aquí, a recepción?
- ¿La..., la gobernanta? - pregunté extrañado - Seguramente se cruzaría con él por el pasillo, no sé..., ¿le preocupa algo jefe?
- Tenemos muchas cancelaciones botones, ¡muchas!
- Bueno,... siempre se cancelan cosas, pero otras vienen, ¿no?
- Esta vez es algo distinto. Algo en Asia. Una gripe muy contagiosa. No sé, no pinta bien - dijo con su congoja habitual.
- Siempre tan negativo..., ¡verá como no es para tanto! - dije mirando de reojo los folios que tanto revisaba.
- ¡Y la próxima vez que ocurra algo así me avisa usted! ¡Tengo que saber dónde están mis trabajadores!
- Sí, jefe - dije sin rechistar.

Estaba claro que no era el día de hacer bromas...


En el hilo sonaba Peter Bradley Adams