26ª Maleta
Observa desde el acceso el interior de una estancia amplia dispuesta en forma de 'L'.
El suelo es de baldosas de gres de un blanco apagado con juntas ennegrecidas por la humedad y está inclinado sin disimulo hacia un par de desagües redondos. Las paredes, alicatadas en el mismo color sin brillo, tienen percheros metálicos también repintados en el mismo tono. Su ausencia en alguna zona, los agujeros en la pared y la marca anaranjada de la herrumbre indican que el mantenimiento se lleva a duras penas. Hay bancos sin respaldo colocados contiguos ocupando todo el diámetro.
Suelta la mochila en el más cercano y se sienta dejando caer su cuerpo. Apoya los codos en las rodillas y mantiene la frente gacha. Respira...
Un fluorescente enrejado tintinea en el techo con un ruido eléctrico. En la parte más alta del tabique hay largos ventanucos de cristal traslúcido y aunque están abiertos de forma alterna no se siente correr el aire.
Una gota de sudor resbala hasta la punta de su nariz y se precipita. Se pone en pie de un salto haciendo sonar las palmas de las manos contra sus piernas, se quita la camiseta empapada, se descalza pellizcando el talón de cada pie sin desabrochar las zapatillas y en un escorzo se saca también los calcetines. Desabrocha el pantalón y en el mismo gesto lo baja junto con el slip. Tira las chanclas al suelo y se enrosca la toalla a la cintura.
Hay un espejo grande repleto de salpicaduras sobre tres lavamanos al lado de las duchas.
Se mira, se coloca un poco el pelo, frunce, achina, resopla. Termina..., por hoy.
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Era un día ajetreado en la recepción: documentos de aquí para allá, el teléfono sonando sin parar, movimiento de clientes de fin de semana..., un lío.
- Ya te has enterado, ¿verdad Botones? En el fondo sé que te enteras de todo - me dijo el Jefe de recepción entre idas y venidas con las manos ocupadas juntando papeles.
- ¿Te refieres a que pierdes a una recepcionista? Sí, algo he oído...
- No, no; bueno eso también, claro - asintió apretando la grapadora - Me refiero a los nuevos jefes.
- ¿Nuevos jefes? - pregunté sorprendido con voz de pito.
- Sí, de momento una jefa de reservas y un nuevo director. Los dos de la nueva compañía. Vas a estar especialmente atento estos días, ¿de acuerdo?
- ¡Ay!, ¡otros vendrán que bueno me harán! - comenté en tono jocoso.
Pero el día estaba complicado y ni siquiera obtuve uno de sus resoplidos como respuesta.
En el hilo sonaba Kakkamaddafakka