lunes, 26 de noviembre de 2018

ZigzagueaNdo

... entre tus piernas


35ª Maleta

Habitualmente la recta es el trayecto más directo y efectivo pero también el menos divertido y apasionante. Conseguirlo todo a la primera sin exprimir las posibilidades, entumeciendo ingenio e inventiva, no tiene casi nada de incentivo. Es preferible andar por carreteras en las que el tiempo sea secundario, no aptas para los que se marean fuera de su confort preestablecido ni para los que quieren cruzar metas en vez de disfrutar de su camino.

Y giro, y tumbo, y pienso qué será lo más inmediato en darme alcance, lo siguiente, y pongo contrapeso en la balanza, corrijo, abro gas, trazo el destino...

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Después de darle muchas vueltas me había decidido por encontrarnos en la puerta de su hotel con unas opciones de planes dentro de sobres que ella debería elegir y descartar de dos en dos sobre la marcha. Cada sobre tenía por fuera una imagen o un logotipo para ayudar en la elección y, en el interior, una pequeña descripción del lugar que terminaba siempre con una pregunta: "¿Sabes ya a dónde me llevas?".

Yo estaba esperando en la acera de enfrente justo delante de la entrada. Solo unos pocos minutos después de la hora a la que me había dicho que terminaba el turno apareció en el gran portalón, miró a un lado y al otro de la acera y se puso a rebuscar el móvil dentro del bolso. Rápidamente escribí: "Hola! Estoy justo enfrente! :)". Al instante levantó la mirada y me saludó con la mano y una enorme sonrisa.

Me disponía a cruzar cuando apareció un taxi, una motillo eléctrica de esas compartidas, un autobús de linea, una furgoneta..., todos los coches de Madrid, pensé. El taxi se detuvo haciendo parar al autobús justo delante de la puerta del hotel. Ya estaba yo a mitad de cruce cuando el bus terminó de apartarse y descubrí que Emma estaba acompañada. Tropecé con el bordillo de la acera y me fui de narices contra el suelo desparramando los sobres a los pies de ambos.

En el hilo sonaba Rayden & Mäbu

sábado, 3 de noviembre de 2018

Xerografi(á)Ndo-me

... el trasero.


34ª Maleta

Me he empeñado en trabajar en un reinicio completo. Nada de apagar y encender como un ordenador muy usado, sino de empezar otra vez con un yo nuevo, un cuerpo en blanco. Ante la hoja de papel empiezan las primeras dudas: ¿debo llamarme igual que ahora?, ¿con los mismo apellidos?, ¿renacer justo aquí y heredar el polvo de este viejo trono?,...

Tal vez si empiezo por la básico y voy cogiendo forma todo lo demás venga rodado y pueda darme nombre solo con mirar el resultado. Empezaré por dos piernas robustas que me permitan correr mucho y deprisa pues no hay tiempo que perder. Brazos definidos y fibrosos desde la muñeca rematados con hombros grandes y redondeados para que el viento los recorra sin resistencia, aerodinámicos. La espalda ancha y prominente como un nadador de aguas abiertas, que se note mi presencia en el océano de ahí afuera y, finalmente, un abdomen duro al tacto que soporte con firmeza el peso de mis peores decisiones y estabilice aciertos y errores en un equilibrio testado en las más adversas circunstancias.

Me pongo en pie frente al boceto, reviso los trazos, giro la cabeza, camino unos pasos alejándome para ganar en perspectiva pero..., solo distingo el perfil de unos sueños que se rompen al despertar.
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Esa semana estaba más distraído de lo normal venga a darle vueltas al reencuentro en la terraza y a lo a gusto que habíamos estado. Emma estaba trabajando en otro Hotel y yo estaba urdiendo uno de mis planes para poder organizar algo con ella. Solo con ella esta vez.

- No le des tantas vueltas botones - me decía la gobernanta con su infinita paciencia.
- Pero, ¿cómo no le voy a dar vueltas? Tiene que ser algo casual pero pensado, algo informal pero estiloso, algo calmado pero divertido, algo normal pero memorable, algo...
- Si estás tan pendiente de todos los detalles no podrás disfrutar de lo esencial de una cita.
- ¿Y qué es? - dije concentrando toda mi atención.
- Pues, ¿qué va a ser? ¡La chica! Si no estás relajado no podrás actuar con naturalidad y eso se nota.
- Ya, claro, pero...
- Ven aquí, acércate - dejó el listado de habitaciones sobre el carro y dejó sobre él las gafas. - Eres un chico estupendo y ella lo va a pasar genial contigo. Disfruta el momento, no pienses tanto, ¿de acuerdo? - me agarró la cara con las dos manos estrujándome los mofletes de forma que se me quedaron morros de pez - ¡Todo irá bien botones!

En el hilo sonaba Club del río & Ede