jueves, 3 de julio de 2025

InventaNdo

... un mundo perfecto.


79ª Maleta

Mi mundo ideal es pura naturaleza. Los cambios adaptativos se equilibran al miligramo. Todo aquello que se auto depura por el precipicio de la extinción, germina en el otro plato de la balanza desde el corazón magmático de una grieta abisal. La vida se abre camino con más instinto y menos impostura. Los ritmos son circadianos, la energía: triangular. El espíritu se alimenta de hidratos sin medir los gramos que deben pesar.

Mi mundo ideal es sencillo. Carga baterías por la toma universal de los ojos con los que me miras cuando habito en otros mundos, escribiendo historias de principios sin final.

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El Barman y yo caminábamos en fila cada cual metido en sus pensamientos hacia el Faro de Cíes en el Parque Nacional das Illas Atlánticas. Habíamos tomado el primer barco de la mañana desde el puerto de Vigo con la idea de hacer el recorrido lo más temprano posible para esquivar el calor. Nuestro plan era subir los 178 metros de altura hasta el sinuoso camino que anunciaba los últimos pasos y extender la mirada hacia el Atlántico desde aquella puerta al océano que representan las tres islas. Después, una primera toma de contacto con el agua helada en la Playa de Nosa Señora, para ir a pasar la tarde al lado norte, a la Playa de Figueiras y terminar esperando el ferri de vuelta cerca del muelle en la Playa de Rodas.

- Madre mía, ¡cómo pega el sol! - dije parándome un momento para recuperar el aliento - Menos mal que hemos venido temprano. Esto a mediodía no hay quien lo haga.

- Si es que ya son casi las 11 - respondió el Barman deteniéndose unos metros más adelante - Y la pandemia ha hecho mella en nuestra forma física.

- Dirás en la tuya, porque yo sigo igual de hecho polvo que siempre. No tengo excusa - dije quitándome la gorra y secándome el sudor de la frente.

- ¿Un poco de agua? - me ofreció.

- Claro que sí. Tú si que eres un profesional - le dije sonriendo.

Pero su silencio me dejó aún más pensativo de lo que venía en aquella caminata. El Barman no era de anunciar cosas al viento, de pensar en voz alta o de compartir reflexiones sobre sí mismo. Eso era más bien cosa mía. Recordé, en ese preciso momento, aquel comentario al que no di mucha importancia unos días atrás mientras mirábamos desde el otro lado de la ría cómo se ponía el sol por detrás de las islas que ahora pisábamos.


En el hilo sonaban Foals

jueves, 26 de junio de 2025

HurgaNdo

... en el pasado.


78ª Maleta

La carrera del tiempo discurre por las grandes avenidas enfiladas de edificios que han visto pasar los siglos. Fluye en escorrentías que arrastran blancos y negros, lágrimas de quienes se fueron sin probar las mieles de la libertad. Si hoy echaran un vistazo a más de uno le caería un buen guantazo.

La carrera del tiempo se estudió en aulas al aire libre. Se paraba a comer al sonar las dos en el campanario y encontraba el camino de vuelta cuando el sol encendía el cielo en su retirada. No dejará escrito su aprendizaje, pues lo que uno conoce, lo que sabe hacer, nadie se lo puede arrebatar.

La carrera del tiempo se zurce y se reestrena, se cocina a diario y a fuego lento, se sienta en el banco de la paciencia. La soledad rompe su alma inconquistable, la fragilidad envuelve su coraza imperturbable, la compañía abraza su corazón irremplazable. Se perderá para siempre la auténtica artesanía cuando entreguemos la vida en confianza a una IA.

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El Barman hablaba por teléfono mientras esperábamos en la fila de 'El Náutico' para ver el concierto de Iván Ferreiro. No teníamos entradas porque, igual que cada año, habían volado en cuanto el dueño subió el reel con el anuncio en su Instagram, pero siempre guardaba algunas para vender directamente en la puerta. Yo estaba pensativo, observando cómo había cambiado aquel lugar a lo largo de los años desde un espacio con un aura casi mágica donde los músicos tocaban a la luz de una hoguera, junto a una barca de pesca encallada y con el sonido de las olas rompiendo suavemente en la playa. Una música reggae de fondo daba ambientillo de verano al sitio que estaba hasta la bandera de gente por dentro y por fuera.

- La Gobernanta te manda saludos - dijo rompiendo mis pensamientos.

- ¿Qué tal está? Le has enviado muchos besos de mi parte, ¿verdad?

- Claro que sí. ¿Sabes quién va a verla todas las semanas y se pasa con ella mínimo dos horas?

- El Jefe de Recepción - respondí sin dudar.

- ¡Efectiviwonder! No se te pasa un detalle, ¿eh, Botones? - dijo golpeándome el brazo con el dorso de la mano.

- Anda calla, Boomer! "Efectiviwonder" dice...


En el hilo sonaba Karina

miércoles, 18 de junio de 2025

GozaNdo

... de la buena salud.


77ª Maleta

Ya no eres ningún chaval. Donde hay pelo, peinas canas. Tus huesos crujen y te lamentas, relajas la vista en el atardecer. Caminas sentado en butacas cuarteadas, subes y desciendes en el ascensor. Los sueños duermen, tu mente vela. Sacas conclusiones, ganas la razón.

La patria sin dueño, las medianerías, las guerras perdidas sin guardar rencor. El cambio de armario de tus primaveras, la talla pequeña en el pantalón. El traje arrugado en la tintorería, la sangre de horchata en el corazón. No pagan con besos quienes desearías que se deshicieran con tu aparición. Te cobran los excesos y te arrepentirías ahora que comprendes la definición. Patada adelante; a otra cuestión. ¿No has pedido cita? Llama a tu doctor.

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- ¿Has pensado que vamos a hacer cuando volvamos de las vacaciones? - le pregunté al Barman.

- No estoy seguro de querer continuar haciendo lo mismo, Botones. Al menos, no en el mismo lugar - me soltó mirando al infinito.

El sol caía tras la línea formada por las Islas Cíes en un ocaso que yo ya había admirado innumerables veces, pero que no dejaba de hipnotizarme. Aquel atardecer fue el final del día y el principio de todo lo que estaba por venir.


En el hilo sonaban Kodaline

domingo, 8 de junio de 2025

FestejaNdo

... la vida.


76ª Maleta

Inundado a pleno sol, absorbido por su centro, no me atrae la gravedad ni el despliegue de talento. Enfrentado a la verdad, descarnada en lo violento, sólo alcanzo a celebrar la dicha de cada momento. Cultivado en la misión de inhumar lo macilento hago músculo al sonreír mientras miro al firmamento. Ya no estás ni se te espera como a un niño en un convento. El reloj, desde el big bang, nunca admite parlamento.

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Una ola de urgencia por vivir nos arrastraba a todos. Las restricciones a la movilidad se habían relajado progresivamente y la vida se había vuelto acuciante. Queríamos irnos de vacaciones, quedar con todo el mundo, explorar todas las opciones de la que habían denominado la "nueva normalidad". De pronto, el futuro, era hoy.

- Me voy a subir a Galicia la semana que viene - le dije al Barman - ¿te quieres venir?.

- Vale. Me apetece ir al Náutico a ver algún concierto.

- ¡Buena idea! Yo quiero ver 'El banco más bonito del mundo'. Sé que está por ahí cerca, pero nunca he ido.

- Y podemos comer un día pulpo y xoubas en la playa de Canido.

- ¡E ir por Aldán a buscar nuevas playas!

- ¿Estará tu amiga?, ya sabes, la que vive en Noia.

- Podemos quedar con ella en Santiago.

- ¿Nos va a dar para tanto este viaje, Botones?

- ¡Malo será!


En el hilo sonaba Vance Joy

miércoles, 28 de mayo de 2025

ExpiaNdo

... mis pecados.


 

75ª Maleta

Si alguna vez despierto y todo arde alrededor, sabré que la condena se argumenta en mis errores. Si caigo hacia el vacío, pero no siento el dolor, entenderé que el vuelo es pólvora del camino. Si estoy paralizado y observo un resplandor, que lloren las Perseidas de una noche tropical. Si escapo de la muerte, si vivo eternamente, que me abonen lo que adelanté por mi ceremonial.

No existe ningún trazado sin curva de Tamburello, ni héroe que sobreviva a una flecha en el talón. Que me pille confesado el nudo de mi soga al cuello. Que me quiten lo bailado cuando acabe mi canción.

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Teníamos todo preparado para la videollamada semanal que era en lo que se habían convertido las antiguas quedadas para tomar un vermú antes de comer. Unas cervecitas, algo de picar y la pantalla del ordenador preparada para comentar la nueva extensión del estado de alarma, cada uno desde su casa. Lo bueno es que ahora lo podíamos organizar un martes cualquiera como aquel 28 de abril de 2020.

- ¡Hola a todos! - dijo el barman copando el centro del tiro de cámara. - ¿Cómo estamos?

- Estamos muy bien, la verdad. Mirad a quién tenemos por aquí - dijo la novia del barman mientras su imagen temblequeaba moviéndose de un lado a otro.

Todos nos llevamos una grata sorpresa. Desde el fondo de una mascarilla del tipo pico de pato, delgadísima, sentada en una silla de ruedas, la Gobernanta nos saludaba levantando una mano con notable esfuerzo. Había pasado 48 días en la UCI del Gregorio Marañón. Pero ahí estaba poniéndonos ojos de sonrisa.

- ¡Pero bueno, qué alegría! - dije un poco estremecido por su aspecto.

- ¡Bienvenida al nuevo mundo post-apocalíptico! - dijo el barman.

Y así se sucedieron una serie de comentarios por el estilo de todas y cada una de las pequeñas ventanas de aquella reunión. De todas, menos de una. En un rinconcito entre tanta pantalla, el Jefe de Recepción no podía articular palabra ni contener las lágrimas de la emoción.


En el hilo sonaban Morgan

domingo, 27 de abril de 2025

DesnudaNdo

 ... cuerpo y alma.


74ª Maleta

La fachada de tu casa de cristal refleja el sol y las miradas. Los rayos de luz entre las copas pierden su fuerza de abducción, se refractan debilitados por tus cautelas, se curvan rodeando tu piel de grafito y luna nueva. En tu rostro una sonrisa sintética llora con lágrimas de marfil la muerte de la esencia emocional y se congela desconectada de las interacciones concertadas. Tu mente se disocia y se anteponen los motivos. Es el tiempo de la intimidad superficial. Es la hora de la purga y la expiación. 

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Con el avance de la primavera los días iban creciendo y la caída suave de la noche permitía dejar abiertas las ventanas hasta la hora de acostarse. Una de mis actividades favoritas durante aquellas semanas era observar la vida del edificio de enfrente. Aquello era una viñeta viva de '13 Rue del Percebe' del gran Francisco Ibáñez. No le faltaba detalle.

Estaba el tendero, que era un hindú con una frutería en el bajo; la portera, que era un señor calvo y bien afeitado que siempre iba vestido con un impecable mono azul; el veterinario, que era un abogado con la mesa llena de papeles y una estantería de suelo a techo ocupada por lo que yo intuía eran tomos de leyes; la mujer de la pensión, que eran dos compañeras de piso que se las ingeniaban cada fin de semana para que sus ligues esquivaran el confinamiento; la anciana de la protectora de animales, que era una abuela enjuta y bajita con un perro blanco y negro, pequeño y rechoncho; el científico, que era un hombre moreno y corpulento que cenaba siempre platos precocinados; el ladrón y su mujer, que eran una pareja joven de guapos con una piel finísima y cuerpos definidos como esculturas griegas; la mujer con los niños gamberros, que eran una familia con dos gemelos idénticos de unos cinco años y una niña algo mayor que tenían el suelo lleno de juguetes; y Manolo, el moroso, que era un chaval pegado a una guitarra acústica negra cubierta de pegatinas.

Aunque ninguno de ellos era consciente siquiera de mi existencia se convirtieron en píldoras diarias de auténtica realidad, los que mantuvieron mi cabeza equilibrada las semanas durante las que nuestras vidas quedaron retenidas, los que me dieron la medida exacta de la relatividad.


En el hilo sonaba José González

miércoles, 9 de abril de 2025

CocinaNdo

... a ojo.


73ª Maleta

Entre pizcas, chorritos y puñados se fraguan las viandas de los buscavidas que no han visto de cerca más receta que el gobierno de una madre en la familia. Saben sembrar la sal en el puchero y cosechar un guiso primoroso sin retener en pausa con el dorso de los dedos un tutorial casero del YouTube. El éxito de tener buena mano nace del paladar y del disfrute, sin desprecio de ser pinche hacendoso de quien mantiene la despensa llena ya se presente un marzo sosegado seguido de un abril raso y tedioso.

Se avivan mis sentidos hogareños cuando desde un fogón al ralentí humean ondulantes y sabrosas las líneas de un olor evocador. Me pausa, me estimula, me enloquece que, atravesando las generaciones, de repente la ciudad huela demasiado a ti.

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Hacía un par de semanas que salíamos cada día a primera hora de la mañana a dar una vuelta por los alrededores durante al menos media hora. Cada día un trayecto distinto. Hacia la Dehesa las calles eran anchas y el espacio del parque daba para mantener la distancia con la gente. Ya íbamos de regreso cuando sentí un olor familiar que me hizo levantar la cabeza en busca de su procedencia.

- Mmmmm - expresé con regusto - ¡cómo huele a pan tostado!

- Sí que huele bien, sí. Creo que viene de esa cafetería. - señaló el Barman tan magnetizado como yo.

- ¿Nos tomamos un café? Tienen terraza. - argumenté como extra.

- Botones..., que estamos en ERTE. - dijo tragando saliva.

- Joder, no puedes ser más aguafiestas - le rezongué mientras seguíamos camino.


En el hilo sonaba Leiva

lunes, 31 de marzo de 2025

BoxeaNdo

 ... frente al espejo.



72ª Maleta

Cuelga encadenado al techo un saco lleno de remordimientos, una bolsa de ira contenida, un fardo de complejos mal curados. Viene, va, se balancea y encaja golpes disipando la energía sin apenas alterarse.

Engrosan su interior cubierto de cuero negro las virtudes más codiciadas; la prudencia, al comprender que cada impacto no es en verdad una agresión; la justicia, pues entrega a cada adversario lo que le corresponde; la fortaleza, al no esconderse de ningún rival presente ni futuro; y la templanza, ya que jamás paga con la misma moneda ni al que le castiga con directos de derecha ni al que se le cruza tras un día entero de pesado pugilato.

Cuelga encadenado al techo un reflejo de los luchadores, una contradicción del quiero y el debo, un alter ego archienemigo. Viene, va, se boicotea y acumula pensamientos intrusivos diluyendo la energía sin siquiera concienciarse.

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Pasábamos parte de las mañanas sentados jugando al parchís con las puertas del balconcito abiertas de par en par, sin camiseta, calentándonos como lagartos con los rayos del sol de Abril. El Barman se había empeñado en que teníamos que exponernos sin crema de protección ni nada al menos quince minutos cada mañana para esquivar la depresión de estar todo el día metidos en casa.

- ¿Sabes qué pienso? - le dije mientras meneaba el cubilete.

- ¿Que como no saques un cinco pronto vas a volver a perder? - respondió señalando mi mano apunto de tirar el dado.

- Un seis. ¡Tche!, quieto que vuelvo a tirar yo. - le frené rápidamente. - No, pensaba que tampoco estamos tan mal aquí. A ver, la casa no es muy grande pero esta luz... Seguro que hay mucha gente viviendo en pisos interiores que estarán mucho peor. - dije mientras liberaba de nuevo el dado.

- Otro seis; ¡qué pesado! si aún no has sacado ni una ficha de casa.

- Mira, otras que están encerradas esperando por algo, ¡como nosotros! - dije soltando una carcajada.

- Si sacas otro seis sin haber salido siquiera, ¿qué pasa?. - preguntó mientras pensaba en algún castigo.

- Pues nada, ¿qué más pena quieres que la de no poder avanzar? - le reprimí.

- Ya. Pues fíjate que eso es justo lo que me consuela de nuestra situación. Que estamos todos igual, encerrados en casa sin poder avanzar. - dijo mirando hacia afuera mientras mi dado rodaba por el tablero.

- ¡Cinco! Vamos con dos fichitas para afuera. Esta eres tú y esta soy yo. ¡A jugar! - dije dibujando una ola con la mano.


En el hilo sonaba Daniela Arredondo

miércoles, 26 de febrero de 2025

AncláNdome

 ... al pasado.


71ª Maleta

A bordo del primer tren de la mañana se atisba el perfil de los pueblos envueltos en neblina, como si de entre los edificios escaparan por el despertar de la rutina los sueños de sus habitantes a la vez que el sol anuncia su inminente salida por el este de un horizonte al que le clarea la oscuridad.

Un traqueteo rítmico acuna a los ocupantes del vagón que permanecen en reposo con los ojos cerrados seguros de la exactitud del trayecto sobre los raíles, sin sorpresas, sin sobresaltos, sin novedades, con el hilo de consciencia justo para mostrar su billete al revisor cuando este pase.

Ella, sin embargo, observa. Cada cambio de luz en la escena, cada reflejo que cruza el coche de lado a lado, cada detalle del aspecto exterior de los viajeros, sus expresiones involuntarias. Trata de descubrir quiénes son esas personas, a qué se dedican, se pregunta cuáles serán sus motivaciones, qué les hará felices, qué tan seguras están de tener tiempo...

Tiempo de demostrar, de aprender, de aportar, de cumplir con sus promesas, de alcanzar sus objetivos, de decir adiós o, tal vez, te quiero...

La bocina del tren resuena dos veces en ráfagas cortas, pero suficiente para despegar los ojos de alguno. Tras unos pocos segundos vuelve a sonar con insistencia. El maquinista está tirando de la cuerda a conciencia. De pronto, un frenazo, un chirrido de bielas bloqueadas, un chispazo de ruedas contra raíles y, enseguida, un golpe seco, un estruendo que desplaza enseres y golpea los cuerpos contra el asiento de enfrente. Antes de poder expresar algún quejido un violento bamboleo inclina el vagón hacia un lateral y lo vuelca. Estallan los cristales, tierra, esquirlas, fuego, humo, fragmentos, sangre, fracturas, hierro,...

Ella reúne con serenidad lo que ha venido a buscar y se aleja disipándose entre una nube negra de hollín y chapa incandescente y un estrato blanco de vapor de agua en el que se puede entrever la forma de una frase etérea:

- Tempus fugit -

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Nos estábamos acostumbrando a las mañanas sosegadas que amanecían con calma y sonidos distintos a los habituales de una gran ciudad, a las horas de deporte o de paseo de animales, a que nos marcaran como a niños qué asientos debíamos dejar libres, por dónde debíamos caminar o dónde parar el carro en la fila de la compra. Nos estábamos acostumbrando a casi todo, menos a los recuentos de fallecidos de cada noche en el noticiario de las nueve.

Últimamente aquel recuento nos resultaba un poco más angustioso. Uno de esos números sin rostro, una de esas cifras que políticos sin escrúpulos impostaban como armas arrojadizas podría ser nuestra Gobernanta. Eran días largos con noches aún más largas en las que no había distracción que nos sacara de nuestros pensamientos.

- ¿Estás despierto? 01:22 - le escribí por whatsapp al barman desde mi habitación.

- Deja el móvil, botones. 01:23

- No puedo dormir. 01:23

- ¿Echamos un parchís a ver si me entra el sueño?. 01:23

- ...

- Venga..., pero sólo una! Salgo y preparo un par de tilas. 01:25

- ¡Yo las rojas! El rojo aún es mi color. 01:25


En el hilo sonaba Coldplay

miércoles, 8 de enero de 2025

ZurcieNdo

 ... los pedazos de tu historia.


70ª Maleta

No hace falta esperar hasta el lunes, a la hora en punto o al primer mes del año. No es preciso contenerse hasta el disparo, al final de la cuenta regresiva o a la luz verde del semáforo. No te sientes sobre el frío mármol, ni debajo de un árbol aguardando a que escampe. No te subas en el tren de luego si hay asientos libres en el tren de antes. No hay discurso impostado y correcto que descuide el defecto de un mal pensamiento.

Escaleras de un par de peldaños que se desempolvan una vez al año no harán que abarques de un vistazo a la Tierra curvándose en sus confines, no darán perspectiva al esfuerzo ni a la resistencia que agrupa los metros por miles, no alzarán la voluntad sobre las voces que en tu interior acolchan el abandono, pero elevarán tu autoestima, ensancharán tus bases, reforzarán el hilo para que el aire no pase entre los nuevos remiendos que le apañes a tu traje.

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Un miedo creciente invadía mis pensamientos y no me dejaba conciliar el sueño. La muerte se había hecho carne y vivir a sus espaldas ocupando el tiempo me resultaba una misión imposible. Sorprendentemente, no era mi propia muerte o el peligro real de que me alcanzara lo que me tenía en un sinvivir, sino la muerte de los demás, de aquellos que me rodeaban. Empecé a sentir una empatía enorme por aquellos que habían perdido a alguno de sus padres, o abuelos, o hermanos, o hijos, o amigos... Me cuestionaba constantemente mi capacidad para soportar ese dolor y todo lo que viniera detrás.

- ¿Cómo haces para estar tan entero? -  le pregunté al barman - ¿no crees que todo va a cambiar a peor?

Me miró fijamente y respondió muy serio con un tono que no recordaba haberle escuchado nunca antes. 

- Sólo existe el presente, botones. No podemos vivir sufriendo por escenarios que sólo existen en nuestra mente. ¿Te das cuenta que te estás agobiando por cosas que con suerte no van a pasar?

Pero yo no podía evitarlo. Rumiaba y rumiaba. En mi cabeza estaba perdiendo la partida...


En el hilo sonaba Ben Howard

miércoles, 1 de enero de 2025

VisualizaNdo

... el objetivo.


69ª Maleta

Que vuelen los besos que nunca nos damos, que suene la música y se alce el telón. Que duelan los dedos cuando nos rozamos, que salten las chispas y aumente el calor. Que abandonen mi cuerpo tus 21 gramos, que me haga San Vito su baile privado y me cure de espanto; que me sobre el valor.

Rastrea mi olor hacia una salida, firmemos un pacto de cuero y saliva. Desnuda mi mente y tu piel de gallina, deleita tu vista, corre las cortinas. Enciende las luces, déjame prendado, que a la deriva te observe desde un mar apagado. Gira en tu cabina, faro del pasado. Leo tu frecuencia; nado, y muero ahogado.

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Sin turistas, sin comerciales ambulantes ni hombres o mujeres de negocios, sin incentivos de empresa, sin celebraciones ni reuniones familiares, sin amores furtivos, sin libertad de movimiento..., la actividad en el hotel era casi nula. Parece mentira, pero de las peores circunstancias surgen las reacciones más primarias y había quien aprovechaba esa desgraciada tesitura para allanar, destrozar y afanar con lo que no era suyo.

El director pensó que podíamos completar algunos turnos para mantener el hotel "habitado" y así evitar mandarnos a todos a casa con un ERTE completo. Era algo voluntario; yo acepté. Me venía bien algo de rutina.

- ¿Cómo dice?, no le oigo con tanto ajetreo... - traté de bromear con el Jefe de Recepción.

- Botones..., por favor, no estoy de humor; de verdad. Estoy muy preocupado por la Gobernanta. ¿Cómo es posible que se haya contagiado? Ella es muy cuidadosa con la limpieza. Siempre. ¿Y si le pasa algo? No podemos ir a verla..., no quiero ni pensar si..., si... - se le tensionaba el nudo de la garganta.

- Jefe, todo va a salir bien. Cuando llegue a casa el Barman me tendrá preparado el parte y yo le escribo para que se quede tranquilo, ¿de acuerdo? Pensemos en otra cosa, ¿le parece?.

Pero el elefante en la habitación era tan grande como todo el lobby de la recepción.


En el hilo sonaba Tom Misch