miércoles, 27 de mayo de 2020

MenguaNdo

... las expectativas.


61ª Maleta

El zumbido insistente de una avispa la pone en alerta en busca de lo cerca o lejos que se encuentra de su aguijón. Jamás ha sufrido una picadura pero solo piensa en huir del dolor. Cuando al fin la localiza se queda hipnotizada observando cómo se aproxima lentamente a la boca de una fuente con pulsador manual clausurada con una pegatina de fondo rojo que reza 'Prohibido su uso temporalmente'.

La avispa se apoya en el borde de metal con la misma delicadeza que si lo hiciera en el interior de una flor y camina marcha atrás introduciéndose con cuidado dentro del caño como si tratara de evitar cualquier daño a su pistilo. En ese momento se da cuenta de que el silencio que se vive en las ciudades ha dejado espacio a otros sonidos en los que antes ni siquiera reparaba: los pájaros por la mañana, los pasos de algún perro, el aire esparciendo el algodón de los álamos,...

Las antenas de la avispa asoman de nuevo por el agujero y enseguida vuelve el sonido de su vuelo esta vez para alejarse cargando con una gota de agua cristalina que brilla como un diamante al cruzarse por uno de los últimos rayos de sol que le quedan al día. Ella la sigue con la mirada hasta donde puede y respira profundamente. Durante un instante se siente parte y motor de un cambio o, al menos, de la oportunidad de que la ciudad y sobretodo sus habitantes aprendan algo de todo el dolor vivido en las últimas semanas.

De pronto, un sonido metálico y repetitivo la saca de su ensoñación. En los balcones asoman cucharas de madera, sartenes, cacerolas y todo tipo de utensilios que eclipsan con bullicio el murmullo de la ciudad pausada. Molesta, se pregunta cómo es posible que encontremos la forma de apabullar y sobresalir siempre sobre todo lo demás. En su interior se empiezan a encoger las frágiles esperanzas.

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Saqué el móvil de nuevo imaginando lo que podía haber pasado. Y no me equivocaba.

- Al final ha salido Manu - a las 15:20
- Me ha dicho que estabas hablando con alguien en la escalera así que nos vamos acercando al Japonés de siempre por si al final te apetece - a las 15:21
- ¿Será posible que me pase lo mismo dos veces? Está claro que no aprendo la lección... - pensé.

Decidí llamar al barman antes de responder.

- ¿Qué pasa compi? Perdona que no te cogiera antes. Es que no veas la que le han hecho a la recepcionista del The Level. Estaba la pobre... - me disculpé.
- Luego me cuentas - me dijo con voz apagada - Es que me encuentro fatal. No voy a ir a trabajar esta tarde. ¿Te importa comprar paracetamol y un termómetro en la farmacia a la que vengas a casa? Creo que tengo fiebre y todo.
- No me digas que te has pillado un gripazo. Eso te pasa por dormir con el culo al aire - le dije bromeando.
- ¡Ah! Y mascarillas. Compra mascarillas, por favor.
- ¿Mascarillas? ¿Para qué?
- Tú hazme caso, botones.
- Bueno bueno, lo que tú me digas. Voy para allá. No tardo.


En el hilo sonaban Morgan

miércoles, 13 de mayo de 2020

LabraNdo

... un nuevo futuro (5 de 5)


60ª Maleta

Se quedó mirando cómo entraba en el hotel a la espera de ese último vistazo. Ella se giró, le dedicó una sonrisa y le hizo un gesto de despedida antes de que las puertas automáticas de la entrada se cerraran reflejando el exterior. Se aseguró de la hora y echó a andar de vuelta a casa.

- Oye 'Siri', llama a 'la Pe' - le dijo al teléfono mientras conectaba los auriculares.
- Llamando... - contestó obediente el aparato. 
- ¡Hola! - respondió enseguida al otro lado - Me has pillado justo terminando una llamada por el 'zoom' con la gente de la compañía. ¿Cómo estás?
- ¿Qué pasa 'sis'? Todo bien por aquí. Ya estoy de camino a casa.
- ¿Mucho lío hoy? Estoy viendo por la tele la de gente que pasa de las normas del confinamiento y me acuerdo de ti mogollón. Tú ten mucho cuidado, ¿eh?
- El que tengo siempre, mujer, no me seas madre tú también - dijo con aire seco.
- No me seas poli tú, que soy tu hermana mayor. ¡Qué borde, hijo!. Anda cuéntame alguna anécdota de esta semana... - le pidió con tono zalamero.
- Pues mira, hoy hemos tenido que personarnos en una comunidad de vecinos en la que unos cuantos tenían montada una fiesta en la piscina.
- ¡Hay que ver!
- Y el otro día paramos a un tío que iba paseando un perro de peluche, ¿sabes estos que van con pilas y hacen un ruido artificial de ladrido, como muy agudo? Pues ahí estaba el tío entre los coches con el perro, tan pancho.
- ¡Jajaja! - se reía - No deberíais multar a la gente simpática.
- Poca guasa 'sis', que no veas cómo está el hospital de esta. Ella sí que me cuenta unas historias... ¿Sabes qué nos pasa? Que somos como el fumador que se levanta una mañana con tos y no fuma en todo el día, acojonado. Pero en cuanto se le pasa el susto se enciende otro cigarrillo. Algunos no se preocupan lo suficiente hasta que no les tocan en la cartera. - sentenció.
- Pues, ¿sabes lo que veo yo? Que el mundo está mejor sin nosotros. Sin la actividad humana, digo. Mira, por la mañana abro la ventana y los pájaros cantan alegremente sin ruido de coches ni nada. Cuando saco al perro he notado que el aire está limpio y, aunque te cruzas con gente y hay colas hasta para comprar el pan, puede uno escuchar la brisa entre los árboles, ¡si yo creo que les están saliendo hojas nuevas y todo! - dijo entusiasmada.
- Es Primavera, tampoco hay que venirse tan arriba.
- Tú me entiendes. Creo que de esta vamos a entender mucho mejor lo que es importante de verdad. La ciencia, la investigación, el respeto por la naturaleza, el equilibrio...
- Ojalá 'sis', ojalá. Yo solo espero que llegue el día en que no tenga que salir a por alguno porque no sepa comportarse, simplemente, de manera cívica y siguiendo las normas.
- Verás que de esta nos reinventamos y aprendemos.
- Ya te contaré...

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Bajamos juntos hasta las taquillas en silencio. Mi cabeza se debatía entre lo que acababa de pasar y el deseo de coger el móvil para escribir a Emma. No sabía muy bien cómo salir de la situación pero la recepcionista parecía ahora más calmada.

- Oye - le dije finalmente en la puerta de las taquillas - Yo, es que, justo había quedado para comer y me deben estar esperando, ¿te encuentras mejor?
- Sí, sí, no te preocupes, por favor. Ya se me ha pasado. Ha sido el momento, ¿sabes?
- Pero, si te apetece, cuando salgas podemos quedar con el barman y hablarlo o distraernos un poco...
- Gracias botones, pero no sé si tendré humor..., igual otro día, ¿vale?
- De acuerdo. Como quieras. ¡Ánimo con el turno! Y cualquier cosa me dices, ¿eh? - dije sacando el móvil del bolsillo y meneándolo en el aire.
- Eres un cielo. Venga, ¡vete a comer! - me dijo mientras entraba en el lavabo.

Eché un vistazo rápido a la pantalla bloqueada. Dos mensajes de Emma y una llamada del Barman.

- Botones, ¿te has perdido? - a las 15:12
- Me muero de hambre, ¡corre! - a las 15:13
- Escribiendo...

Volví a subir las escaleras corriendo por segunda vez y esta vez abrí la puerta del lobby sin detenerme a escuchar ningún sonido, lo crucé a toda prisa y salí a la puerta del hotel.
Pero Emma ya no estaba allí.


En el hilo sonaban Sidecars

viernes, 8 de mayo de 2020

JuzgaNdo

... al sistema (4 de 5)


59ª Maleta

- ¿Hoy te vuelves a quedar en el hotel? - le preguntó mientras caminaban separados.
- Ay nene, ya sabes cómo es esto. Estoy todo el día con los COVID y con la protección justita. Al principio, la que nos hacíamos nosotras con tela de chubasquero, ya sabes, y ahora reciclándolo todo para que nos dé más de sí. No nos queda más remedio que aislarnos de la mejor forma posible.
- Si lo sé, cariño, pero es que ya llevamos muchas semanas y el tenerte aquí delante y no poder verte la mitad de la cara ni darte un beso..., ¡me mata!
- Mira, la semana que viene nos van a hacer la prueba de la sangre por fin. A ver si alguna lo tiene y es asintomática, o si a lo mejor ya lo hemos pasado, porque esto es una lotería. Seguro que pronto os las empiezan a hacer a vosotros también que tenéis que estar en la calle y en contacto con la gente. Tú te pones las mascarillas que te di, ¿verdad?
- Me quedé solo con una y esta que llevo ahora. El resto las repartí entre los compis - respondió.
- Pero, ¡nene!
- Cariño, no iba a ser el único con mascarilla, ¿entiendes? Que es que ni nos la dan ni la puedes comprar en la farmacia - justificó rápidamente.
- ¡Ays, mi poli preferido! Ojalá toda la gente fuera igual que tú...
- La gente es buena en general. Solo que, a veces, necesitan que se lo recordemos.
- Sí, con una visita a mi planta, para que vean a la pobre gente que sedamos a diario para intubarles sabiendo que la mayoría ya no va a salir. Y con una charla con mi jefe de servicio que tiene que escoger a diario quién está lo suficientemente fuerte para resistir la sedación y quién no la resistiría porque no hay UCIs suficientes - dijo visiblemente afectada.
- Es horrible..., ¡pero por suerte te tienen a ti! - trató de animarla - Bueno, tú tranquila y descansa un poco, que ya estamos aquí.
- Menos mal que el hotel está al lado del 'hospi'. - dijo soltando un gran suspiro - pero cuéntame rápidamente, ¿cómo están todos?; ¿tus padres?; ¿tu hermana?
- Por suerte mis padres siguen bien y a mi hermana ahora la llamaré de camino a casa.
- Me alegro. ¡Ays, nene!, muchas gracias por venir y acompañarme. ¡Este ratito contigo me da la vida! - dijo a dos metros frente a él en la puerta del hotel.
- Ya te he dicho que a mí me la quita - bromeó él con la sonrisa resguardada tras la mascarilla.

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La pobre recepcionista estaba desconsolada y yo tampoco sabía qué decirle. La noticia también me había dejado tocado. Pero al mismo tiempo la vibración del móvil en el bolsillo me reclamaba. Sabía que sería Emma esperándome fuera. La paciencia no era uno de sus fuertes.

- ¿Quieres que subamos al 'The Level' y te cojo un agua de los snacks? - le pregunté intentando que volviera a centrarse un poco.
- Vale - dijo separándose - Pero tengo el bolso abajo, en la taquilla. Necesito coger unos pañuelos y pintarme un poco el ojo porque debo parecer un mapache ahora mismo.
- Tienes un par de churretones sí, pero mira, el Joker tampoco es que se hiciera la raya con escuadra y cartabón y ha llenado los cines de todo el mundo para verle el careto.
- ¡Jajaja! - se le escapó una carcajada - ¡Ay botones! Siempre me sacas una sonrisa - dijo mirándome directamente a los ojos.
- ¿Ah, sí? - dije un poco atontado por el color verdoso que habían cogido los suyos con tanta lágrima.
- Aham - asintió con la cabeza sin dejar de mirarme.

La puerta de la escalera del primer piso se abrió de golpe haciéndonos pegar un respingo a los dos. El jefe de ventas iba hablando por teléfono.

- No te preocupes Juan Carlos. Mañana lo miramos sin falta y te envío la propuesta, ¿de acuerdo? - nos pasó por al lado sin prestarnos atención y abrió la puerta del lobby - ¡Jajaja, si es que eres un figura! Oye, te dejo que... - la puerta se cerró y nos dejó de nuevo en el silencio de la escalera.

- Entonces..., ¿bajamos? - acerté a decirle.
- Sí, sí, claro... - y se puso en marcha bajando el peldaño que nos separaba.


IdeaNdo

... nuevos planes (3 de 5)


58ª Maleta

Al terminar su turno se acercó hasta el hospital. Cuando pasaba a recoger a su novia acostumbraba a esperarla dentro del coche pero llevaba ya unas semanas llegando a pie hasta la entrada. Cruzó la calle y se acercó a un limpiabotas que estaba apostado en la acera a las puertas del hospital casi desde el primer día que empezó el confinamiento.

- Caballero, ¿cómo se encuentra usted hoy? ¿Mucho trabajo? - preguntó al hombre que se afanaba encolando la suela a unas zapatillas de tela.
- ¡Señor agente! Hoy ha sido un día bueno, no me puedo quejar. Además, le estaba esperando a usted y ya sabe lo contento que me pone verle. ¿No quiere que le repase el calzado? - se ofreció - Hoy no viene de uniforme.
- Muchas gracias amigo, pero hoy vengo a recoger un paquete y me lo he puesto todo tan limpio como cuando vengo uniformado - le respondió.
- Ya sabe lo que yo digo. El atuendo de un hombre es su tarjeta de presentación y su calzado debe brillar tanto como su sonrisa. Por eso yo siempre llevo mi traje y mis zapatos - dijo el hombre abriendo los brazos en pose.
- ¡Anda, truhán!, que los dos sabemos para quién te vistes así de elegante tú, ¿estás preparado? - dijo sacando el móvil del bolsillo - Venga, ¡vamos allá!.

Marcó la videollamada y enseguida apareció una cara al otro lado.

- ¡Hola cariño! Ya estoy aquí en la puerta con mi amigo. ¿Estáis listas?
- ¡Hola nene! Estamos preparadísimas. Voy a acercar un poco el teléfono, ¿vale? Preparaos por ahí también. Ahora te veo. ¡Mua! - le lanzó un beso.

La enfermera enfocó la cámara hacia la cama donde una mujer yacía aislada desde hacía varias semanas para que pudiera ver y oír a su marido al otro lado durante unos pocos minutos. La sonrisa del limpiabotas relumbraba en la pantalla y hacía asomar a la de su mujer que despertaba cada día siguiendo los pasos que le había enseñado la enfermera con la ilusión de volver pronto a casa junto a su marido.

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- Botones, ¡qué susto me has dado! - dijo poniéndose en pie de golpe y secándose las mejillas con el dorso de la mano.
- ¿Qué te pasa? ¿Es por lo de la reunión? Todavía no sabemos qué va a pasar. - intenté calmarla - Todo esto podría quedar en nada, además, no creo que estemos obligados a aceptar lo que nos han pedido. A ver, no soy un experto, pero suena a..., improvisado, ¿no crees? Te digo una cosa, ahora he quedado a comer, pero esta tarde vuelvo y se lo contamos al barman. Seguro que nos saca de dudas. Ya sabes que ese chico tiene conocimientos de urraca - dije tratando de animarla.
- ¡Desde luego! - respondió con media sonrisa - Pero no hay mucho que aclarar en mi caso.
- ¿Cómo que en tu caso? ¿Te han dicho algo diferente? - pregunté sorprendido.
- Yo llevo aquí poco tiempo botones, todavía no se han cumplido tres meses y... - empezó a emocionarse de nuevo.
- ¿¡Y qué!?
- Pues..., que el jefe me ha dicho que me van a rescindir el contrato como si no hubiera superado el periodo de prueba - rompió a llorar de nuevo y se abrazó a mí desde su escalón.
- ¿¡Cómo!? - exclamé realmente sorprendido - Pero..., ¿así, sin más?
- Eso me ha dicho - dijo con la voz acolchada en mi pecho - Que no era cosa suya para nada y bla bla... pero esta será mi última semana - articuló entrecortada por la llorera.
- ¡Mierda!..., ¿en serio?..., joder..., lo siento mucho - dije con sinceridad.

En mi bolsillo, el móvil no paraba de vibrar.


En el hilo sonaba Jake Houlsby

jueves, 7 de mayo de 2020

HuyeNdo

... de lo malo (2 de 5)


57ª Maleta

- Me encanta tu energía 'compi'. No sé cómo lo haces con todo lo que vemos. Pero sabes que estos dos están poniéndote de Mr. Wonderful para arriba ahora mismo, ¿no? - le dijo ella incorporándose a la carretera con el coche.
- ¡Jajaja, seguro!, ¿no era ya mi apodo oficial en la comisaría? Pero lo digo de verdad, tú lo sabes. Creo en la gente, creo en que la gran mayoría se esfuerzan, se comportan, saben que estamos para ayudar y hacen lo que es debido. Luego están a los que nos encontramos en el peor momento de su vida, o los que la cagan puntualmente, los payasos..., y solo una parte muy pequeña son mala gente.
- Te voy a decir una cosa. Te tienes el apodo bien ganado, colega - dijo entre carcajadas - Seguro que a tu chica te la camelaste por eso, ¿a que sí? Porque anda que no debe ver ella mierdas también en el hospital y más en estos días.
- ¡Ya te digo! Lo suyo es de otro mundo. Está hecha de otra pasta.
- Tiene que ser así. Hay que separar y dejar las cosas del curro en el curro. Si no, te vuelves loco - afirmó ella con seguridad.
- Yo me vuelvo loco igual últimamente - comentó muy serio.
- ¿Tú, Mr. Wonderful? - preguntó quitando la vista un momento de la carretera.
- ¡Del tiempo que llevamos sin coincidir! Entre sus turnos, mis turnos y ahora la movida del aislamiento voluntario..., ¿cómo lo haces tú? ¡Yo ya me subo por las paredes!
- ¡Acabáramos! ¡Tú quieres ser Mr. Wonderfuck! - dijo riéndose con él. - No te voy a contar mis intimidades pero cuando llevo algún tiempo sin ver a mi chico le suelo enviar alguna fotito para que piense en mí. Ya me entiendes... - dijo guiñándole un ojo.
- ¡No jodas! ¡Que eres policía! Sabes perfectamente que eso puede terminar en cualquier sitio.
- Ya llegó el aguafiestas - dijo cambiando el tono - Primero, no tienes por qué mostrar tu cara, ni nada reconocible y segundo, no tienes que enviar nada super explícito, ¿entiendes? Mira, justo el otro día le envié un selfie desde casa solo sacando la lengua y guiñando un ojo con un texto que ponía: "wish you were here", y ya fue suficiente. ¡Los tíos sois muy básicos! - rió de nuevo.
- Algo más se vería en ese selfie...
- ¡Sí hombre, a ti te voy a dar detalles! ¿No puedes relajarte un poquito? Está claro que tienes mucha tensión acumulada, ¡jajaja!

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Entré a toda prisa en el hotel y me dirigí directo a la escalera de servicio. Bajé los escalones de tres en tres, tiré de cualquier forma el uniforme dentro de mi taquilla y crucé volando el pasillo de personal para fichar la salida. Volví a subir los escalones y cuando estaba abriendo la puerta de seguridad que daba al lobby, un leve gemido me hizo detenerme. Me quedé agarrado a la manilla, escuchando en silencio, tratando de calmar mi respiración y el latido de mi corazón para agudizar al máximo el oído..., y ahí estaba otra vez. Era claramente un sollozo.

Dejé que la puerta se cerrara y asomé la cabeza por el hueco de la barandilla escaleras arriba. Subí el primer tramo con sigilo, tratando de identificar a qué altura podría estar el origen de los quejidos. Llegué hasta la puerta de la primera planta y nada más girar reconocí enseguida los pies de la recepcionista del 'The Level' por un pequeño tatuaje de una estrella de cinco puntas con una espiral en negativo que subía por detrás del tobillo. Estaba sentada en el tramo entre plantas.

- Ey - me anuncié cauteloso desde el primer peldaño - ¿Qué ocurre? ¿Estás bien?.


En el hilo sonaba Ben Howard

GobernaNdo

... emociones (1 de 5)


56ª Maleta

- Macho, es que es acojonante que tengamos que seguir personándonos por estos avisos después de toda la información que se ha compartido. ¡Esto no se va a acabar nunca! - se quejaba uno de ellos mientras caminaban hacia los coches.
- La gente que no vive un caso cercano piensa que esto está pasando en la tele, tío, que es cosa de otros, que no va con ellos - comentaba la compañera.
- Lo peor son los que nos tratan como a los malos hagamos lo que hagamos, colega. Y encima que tengamos que ir 'a pelo', ¡buah! - decía el tercero.
- Venga, venga, ¡menos quejas! Si os di a los dos las mascarillas esas que conseguí del hospital y ni siquiera os las ponéis.
- Porque tienen cuatro horas de efectividad, ¡como mucho! - respondió uno.
- La mía se rompió en la segunda puesta. Pero sabes que no tendríamos que andar así. Nos deberían dotar correctamente - apuntilló el otro.
- Sí, ya sé, ya sé. Y tienes razón, pero somos privilegiados por dedicarnos a lo que nos gusta.

En ese momento empezaron a resonar aplausos en el bloque de edificios frente al que habían parado para atender al aviso de un vecino informando de varios bañistas en las zonas comunes.

- ¿Veis lo que os digo compañeros? Esto es lo que tenemos que grabarnos. Hay mucha más gente normal y cívica que con la que tenemos que lidiar cada día. - y se giró hacia los balcones para devolver el aplauso haciendo que sus tres compañeros imitaran el gesto levemente.
- Venga, ¡buen turno! - les dijo antes de entrar en el zeta con su compañera y hacer sonar la sirena en señal de agradecimiento.

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- Pues ahí vamos - contestó Emma - Las cosas se están complicando en mi hotel, pero vamos, nada que tú no sepas porque estaréis más o menos igual, ¿no?
- No me hables, justo acabamos de salir de una reunión y...

El teléfono de Emma empezó a sonar oportunamente.

- Ay, perdona, tengo que contestar.
- ¡Claro! No te preocupes - dije alejándome un paso.
- ¿Cariño? Sí, estoy aquí fuera ya - quedó escuchando unos segundos y prosiguió - Jolín cariño, ¿y no me podías haber avisado antes? - dijo con tono contrariado - Bueno, pues nada. Ya me como yo algo por aquí porque a estas horas, ¡tú me dirás!

Siguió hablando unos pocos segundos y se acercó visiblemente disgustada.

- ¿Todo bien? - pregunté.
- Me han dejado tirada y con el estómago vacío, ¿te lo puedes creer?
- ¡No me digas! Yo acabo ya en nada, diez minutos. ¿Quieres que te acompañe? La verdad es que ahora que lo has dicho también tengo hambre.
- Pero, ¿te vas a cambiar?
- Sí, claro, no voy a ir con el uniforme. Pero no tardo nada. Enseguida estoy aquí. Se me ha ocurrido un Thai que te va a encantar, ¿te apetece?
- ¡Venga va! ¡Qué hambre! ¡Corre!


En el hilo sonaban Angus & Julia Stone