33ª Maleta
Salgamos hoy de viaje llueva, nieve o haga sol. Dejemos de lado el ruido de la ciudad y del despertador. Miremos hacia delante con una mano sobre la frente como el vigía despistado que ha olvidado el catalejo. Gritemos, ¡tierra a la vista!, desde una nave espacial que de tres vueltas al mundo sin parar a repostar. Rasguemos el mapamundi a país por continente y pongamos cara a la gente que siente como nosotros habitando en un lugar diferente.
Reunidos, aquí presentes, lleguemos a la conclusión de que solo hay una vida sin tiempo de preparación.
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Echamos la tarde entre actualizaciones de vidas, anécdotas, risas y botellines de Mahou. En aquel bar te ponían una caja debajo de la mesa donde te iban colocando los cascos de cristal consumidos. Cuando llegaba el 'Juernes' o el fin de semana eso se convertía en una competición entre mesas a ver quién llenaba más cajas y ese día estábamos a la cabeza de la clasificación de la terraza.
La gente se fue marchando poco a poco, primero los que tenían familia esperando en casa, luego los que tenían turno al día siguiente, hasta que quedamos los cierra-bares de siempre.
- Bueno chicos, me voy que mañana quiero ir al gimnasio - dijo el barman que se había unido al salir.
- Sí, y yo voy al Retiro a patinar con unas amigas - comentó la segunda de recepción.
- Si bueno, y yo a correr media maratón, ¿no te digo?. ¿Cómo os habéis vuelto todos tan deportistas? - dijo Emma un tanto incrédula.
- Dí que sí, tú no te dejes vencer por las modas healthy. Mañana, de cañas desde mediodía.
- !Eh! Desde la una de la tarde botones, que no vaya a parecer que soy una borracha.
Y caminamos los cuatro riendo hacia el metro a ver si pillábamos el último tren de la noche.
En el hilo sonaba Maroon 5