55ª Maleta
Sus padres creen que el futuro está en la universidad. Estudiar una carrera se ha vuelto una obligación y la selectividad parece la única meta del último curso escolar. Pero, incluso cuando aún había clases presenciales y la inercia del grupo le remolcaba, no tenía ni idea de a dónde quería ir a parar. En cada recreo escuchaba sin participar las motivaciones de unos y de otros y envidiaba en cierto modo a los que tenían muy claro su camino. Teleco, medicina, comunicación, farmacia...
Soñaba que flotaba en el mar con los ojos cerrados y los brazos separados a cada extremo con la esperanza de que la marea le arrastrara hacia la orilla y le diera la respuesta. Pero después de varios minutos de silencio con los oídos bajo el agua se encontraba tan adentro que ni siquiera hacía pie. Los nervios le invadían, los músculos se le agarrotaban y la pleamar le engullía cada vez más lejos de la arena. Entonces despertaba de golpe y la angustia le mantenía en duermevela.
Una tarde desde el balcón observó un par de coches de la policía. Tres hombres y una mujer uniformados caminaban por la acera hacia ellos cuando el reloj dio las ocho en punto y los aplausos empezaron a multiplicarse. Antes de entrar a los coches los oficiales devolvieron tímidamente el aplauso hacia el bloque de viviendas y al entrar hicieron sonar las sirenas en un gesto cómplice y agradecido. No le dio mayor importancia.
Esa noche se encontró de nuevo ondulando sobre el agua, alejado de la playa, luchando contra la resaca, tragando espuma con sabor a sal. Pero cuando iba a darse por vencido un hombre apareció nadando hacia él directamente:
"Tranquilo, soy policía. No luches, te vengo a ayudar"
========================================================================
Salí el primero de la reunión con una mezcla en mi cabeza que incluía enfado, confusión y miedo, refunfuñando entre dientes, disgustado. Empujé la puerta de seguridad del lateral de la giratoria y me paré unos metros por delante de la entrada del hotel en busca de aire fresco para limpiar mi mente. Desde allí observé a la gente que pasaba por la acera, los coches del semáforo un poco más adelante, una moto acelerando con estruendo... Pensé que no lo entendía; el mundo seguía girando.
- Menuda carita botones. Ya no sé si entrar o quedarme aquí fuera.
- ¡Emma!, ¿qué haces aquí? - pregunté sorprendido.
- Solo pasaba porque he quedado para comer, ya sabes...
- Oh claro, claro, perdona. Es solo que hacía tiempo que no te veía. Desde... - levanté la mirada como buscando la respuesta aunque la conocía perfectamente - ¡Uf!, mucho tiempo, ¿no?. Y, ¿qué tal estás?, ¿cómo va todo?
* * *
- Oiga jefe, ¿sabe quién es esa chica con la que habla el botones en la entrada? - preguntó la recepcionista del The Level.
- Es una antigua compañera que trabajaba aquí hace algún tiempo - respondió el jefe de recepción - Todavía no teníamos la recepción de arriba.
- ¡Ah! Qué guapa, ¿no jefe? Qué bien rodeado ha estado usted siempre, ¿eh? - le dijo guiñándole un ojo y con la intención de cambiar un poco la sensación que aún pesaba tras la reunión.
- La empresa siempre ha contratado a los mejores profesionales. - dijo manteniendo su tono serio - A propósito, necesito robarle un minuto más, ¿puede ser ahora mismo?. Hay algo que debo comentarle.