... de la buena salud.
77ª Maleta
Ya no eres ningún chaval. Donde hay pelo, peinas canas. Tus huesos crujen y te lamentas, relajas la vista en el atardecer. Caminas sentado en butacas cuarteadas, subes y desciendes en el ascensor. Los sueños duermen, tu mente vela. Sacas conclusiones, ganas la razón.
La patria sin dueño, las medianerías, las guerras perdidas sin guardar rencor. El cambio de armario de tus primaveras, la talla pequeña en el pantalón. El traje arrugado en la tintorería, la sangre de horchata en el corazón. No pagan con besos quienes desearías que se deshicieran con tu aparición. Te cobran los excesos y te arrepentirías ahora que comprendes la definición. Patada adelante; a otra cuestión. ¿No has pedido cita? Llama a tu doctor.
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- ¿Has pensado que vamos a hacer cuando volvamos de las vacaciones? - le pregunté al Barman.
- No estoy seguro de querer continuar haciendo lo mismo, Botones. Al menos, no en el mismo lugar - me soltó mirando al infinito.
El sol caía tras la línea formada por las Islas Cíes en un ocaso que yo ya había admirado innumerables veces, pero que no dejaba de hipnotizarme. Aquel atardecer fue el final del día y el principio de todo lo que estaba por venir.
En el hilo sonaban Kodaline
Con los años se gana en experiencia y en razón, aunque también van saliendo canas y arrugas, pero todas las etapas tienen sus ventajas.
ResponderEliminarUn abrazo.