24ª Maleta
Érase un muñeco nuevo y bien hilado con los ojos grandes y la boca torcida de girar el cuello mirando hacia arriba, asombrado por todo aquello que le sobrepasaba por insólito y desconocido. El tamaño de las cosas era extraordinario y casi nada le cabía en su mano de tela suave y perfumada. Era libre de explorar por cualquier lado con una sola excepción: cruzar la calle. Para eso siempre necesitaba el auxilio firme y decidido de otra mano que guiaba su camino a través del asfalto.
Érase un joven enérgico y bien formado con gafas de sol y una guitarra heredada de una hippie de festival, confiado por la dudosa certeza de que el mundo gira alrededor de sus pensamientos. La dimensión de las cosas fluctuaba entre lo palpable y lo inexistente. Se sentía autónomo y seguro en todas las situaciones excluyendo una muy concreta: estar con ella. Ahí siempre precisaba de un tirón de brazo que adiestraba sus impulsos haciéndole tomar consciencia de su propia respiración.
Érase un abuelo centenario y bien llevado con córneas operadas y una voluntad arrolladora por seguir vivo, enfrentado al reloj de arena que se empeñaba en enterrarle a base de sopladuras. La medida de las cosas se difuminaba a veces en un recuerdo vaporoso. Quería hacer más de lo que sus piernas le permitían y desde luego había algo que le resultaba imposible: subir escaleras. En esa situación siempre requería de un apoyo consistente y entregado a sacarle, al menos un rato, de su rutina en el banco de la paciencia.
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El director convocó a todo el staff en el salón de actos más grande del hotel. Hacía tiempo que veíamos movimiento en los despachos y por fin nos íbamos a enterar de qué ocurría.
- Esto no pinta bien - comentaba entre dientes el jefe de recepción.
- ¿Sabes algo que no sepamos?
- Sí, jefe, comparte información - le dijo Emma inclinándose por delante de la fila en la que estábamos sentados.
- Shhh! escuchad, que ya empieza - avisó la gobernanta señalando el atril.
- Madre mía, ni el discurso del Rey!
En el hilo sonaba Passenger
Reunión de pastores, oveja muerta.
ResponderEliminarMal pinta esa reunión.
Saludos.
Me encanta el refranero español. Es arte y es verdad!
EliminarMe ha gustado mucho, pese a que creo que esto viene de capítulos anteriores y me estoy perdiendo algo. Me pondré al día cuando tenga un ratillo. Besos!!!
ResponderEliminarNo creas! Estoy recuperando la constancia poco a poco pero ha habido tantos parones... qué será del bueno del Botones!
EliminarMe ha encantado... Las tres edades tan bien definidas y contadas...
ResponderEliminarUn beso!.
El tiempo vuela! Tan pronto empiezas el párrafo como terminas la novela...
EliminarHola me he visitado tu blog
ResponderEliminargracias por compartirlo
te mando mi blog de poesías por si deseas visitarlo.
Besos
POEMIAS
anna-historias.blogspot.com/
Gracias a ti! :) Siempre es un placer descubrir sitios nuevos!
EliminarHola!!! escribes muy bien, te felicito. En un rato me pongo a leer lo demás así no este tan perdida jajaja, por cierto gracias por tu visita en mi blog :D
ResponderEliminarSaludos desde Plegarias en la Noche.
Muchas gracias! Qué puedo decir; me gusta el silencio de la noche!
EliminarUn saludo!