miércoles, 26 de febrero de 2025

AncláNdome

 ... al pasado.


71ª Maleta

A bordo del primer tren de la mañana se atisba el perfil de los pueblos envueltos en neblina como si de entre los edificios escaparan por el despertar de la rutina los sueños de sus habitantes a la vez que el sol anuncia su inminente salida por el este de un horizonte al que le clarea la oscuridad.

Un traqueteo rítmico acuna a los ocupantes del vagón que permanecen en reposo con los ojos cerrados seguros de la exactitud del trayecto sobre los raíles, sin sorpresas, sin sobresaltos, sin novedades, con el hilo de consciencia justo para mostrar su billete al revisor cuando este pase.

Ella, sin embargo, observa. Cada cambio de luz en la escena, cada reflejo que cruza el coche de lado a lado, cada detalle del aspecto exterior de los viajeros, sus expresiones involuntarias. Trata de descubrir quiénes son esas personas, a qué se dedican, se pregunta cuáles serán sus motivaciones, qué les hará felices, qué tan seguras están de tener tiempo...

Tiempo de demostrar, de aprender, de aportar, de cumplir con sus promesas, de alcanzar sus objetivos, de decir adiós o, tal vez, te quiero...

La bocina del tren resuena dos veces en ráfagas cortas, pero suficiente para despegar los ojos de alguno. Tras unos pocos segundos vuelve a sonar con insistencia. El maquinista está tirando de la cuerda a conciencia. De pronto, un frenazo, un chirrido de bielas bloqueadas, un chispazo de ruedas contra raíles y, enseguida, un golpe seco, un estruendo que desplaza enseres y golpea los cuerpos contra el asiento de enfrente. Antes de poder expresar algún quejido un violento bamboleo inclina el vagón hacia un lateral y lo vuelca. Estallan los cristales, tierra, esquirlas, fuego, humo, fragmentos, sangre, fracturas, hierro,...

Ella reúne con serenidad lo que ha venido a buscar y se aleja disipándose entre una nube negra de hollín y chapa incandescente y un estrato blanco de vapor de agua en el que se puede entrever la forma de una frase etérea:

- Tempus fugit -

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Nos estábamos acostumbrando a las mañanas sosegadas que amanecían con calma y sonidos distintos a los habituales de una gran ciudad, a las horas de deporte o de paseo de animales, a que nos marcaran como a niños qué asientos debíamos dejar libres, por dónde debíamos caminar o dónde parar el carro en la fila de la compra. Nos estábamos acostumbrando a casi todo, menos a los recuentos de fallecidos de cada noche en el noticiario de las nueve.

Últimamente aquel recuento nos resultaba un poco más angustioso. Uno de esos números sin rostro, una de esas cifras que políticos sin escrúpulos impostaban como armas arrojadizas podría ser nuestra Gobernanta. Eran días largos con noches aún más largas en las que no había distracción que nos sacara de nuestros pensamientos.

- ¿Estás despierto? 01:22 - le escribí por whatsapp al barman desde mi habitación.

- Deja el móvil, botones. 01:23

- No puedo dormir. 01:23

- ¿Echamos un parchís a ver si me entra el sueño?. 01:23

- ...

- Venga..., pero sólo una! Salgo y preparo un par de tilas. 01:25

- ¡Yo las rojas! El rojo aún es mi color. 01:25


En el hilo sonaba Coldplay

miércoles, 8 de enero de 2025

ZurcieNdo

 ... los pedazos de tu historia.


70ª Maleta

No hace falta esperar hasta el lunes, a la hora en punto o al primer mes del año. No es preciso contenerse hasta el disparo, al final de la cuenta regresiva o a la luz verde del semáforo. No te sientes sobre el frío mármol, ni debajo de un árbol aguardando a que escampe. No te subas en el tren de luego si hay asientos libres en el tren de antes. No hay discurso impostado y correcto que descuide el defecto de un mal pensamiento.

Escaleras de un par de peldaños que se desempolvan una vez al año no harán que abarques de un vistazo a la Tierra curvándose en sus confines, no darán perspectiva al esfuerzo ni a la resistencia que agrupa los metros por miles, no alzarán la voluntad sobre las voces que en tu interior acolchan el abandono, pero elevarán tu autoestima, ensancharán tus bases, reforzarán el hilo para que el aire no pase entre los nuevos remiendos que le apañes a tu traje.

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Un miedo creciente invadía mis pensamientos y no me dejaba conciliar el sueño. La muerte se había hecho carne y vivir a sus espaldas ocupando el tiempo me resultaba una misión imposible. Sorprendentemente, no era mi propia muerte o el peligro real de que me alcanzara lo que me tenía en un sinvivir, sino la muerte de los demás, de aquellos que me rodeaban. Empecé a sentir una empatía enorme por aquellos que habían perdido a alguno de sus padres, o abuelos, o hermanos, o hijos, o amigos... Me cuestionaba constantemente mi capacidad para soportar ese dolor y todo lo que viniera detrás.

- ¿Cómo haces para estar tan entero? -  le pregunté al barman - ¿no crees que todo va a cambiar a peor?

Me miró fijamente y respondió muy serio con un tono que no recordaba haberle escuchado nunca antes. 

- Sólo existe el presente, botones. No podemos vivir sufriendo por escenarios que sólo existen en nuestra mente. ¿Te das cuenta que te estás agobiando por cosas que con suerte no van a pasar?

Pero yo no podía evitarlo. Rumiaba y rumiaba. En mi cabeza estaba perdiendo la partida...


En el hilo sonaba Ben Howard

miércoles, 1 de enero de 2025

VisualizaNdo

... el objetivo.


69ª Maleta

Que vuelen los besos que nunca nos damos, que suene la música y se alce el telón. Que duelan los dedos cuando nos rozamos, que salten las chispas y aumente el calor. Que abandonen mi cuerpo tus 21 gramos, que me haga San Vito su baile privado y me cure de espanto; que me sobre el valor.

Rastrea mi olor hacia una salida, firmemos un pacto de cuero y saliva. Desnuda mi mente y tu piel de gallina, deleita tu vista, corre las cortinas. Enciende las luces, déjame prendado, que a la deriva te observe desde un mar apagado. Gira en tu cabina, faro del pasado. Leo tu frecuencia; nado, y muero ahogado.

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Sin turistas, sin comerciales ambulantes ni hombres o mujeres de negocios, sin incentivos de empresa, sin celebraciones ni reuniones familiares, sin amores furtivos, sin libertad de movimiento..., la actividad en el hotel era casi nula. Parece mentira, pero de las peores circunstancias surgen las reacciones más primarias y había quien aprovechaba esa desgraciada tesitura para allanar, destrozar y afanar con lo que no era suyo.

El director pensó que podíamos completar algunos turnos para mantener el hotel "habitado" y así evitar mandarnos a todos a casa con un ERTE completo. Era algo voluntario; yo acepté. Me venía bien algo de rutina.

- ¿Cómo dice?, no le oigo con tanto ajetreo... - traté de bromear con el Jefe de Recepción.

- Botones..., por favor, no estoy de humor; de verdad. Estoy muy preocupado por la Gobernanta. ¿Cómo es posible que se haya contagiado? Ella es muy cuidadosa con la limpieza. Siempre. ¿Y si le pasa algo? No podemos ir a verla..., no quiero ni pensar si..., si... - se le tensionaba el nudo de la garganta.

- Jefe, todo va a salir bien. Cuando llegue a casa el Barman me tendrá preparado el parte y yo le escribo para que se quede tranquilo, ¿de acuerdo? Pensemos en otra cosa, ¿le parece?.

Pero el elefante en la habitación era tan grande como todo el lobby de la recepción.


En el hilo sonaba Tom Misch

jueves, 10 de octubre de 2024

UrdieNdo

 ... hilos.



68ª Maleta

Te queda grande la vida. Te sobra manga, ancho de hombro y pernera. Los zapatos te bailan como chanclas de verano y el sombrero te tapa los ojos y las orejas. Tienes un traje a medida para ser feliz pero te falta cuerpo para ocuparlo, mente para lucirlo y espíritu que lo mantenga lustroso mientras reposa de noche sobre su galán.

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Todas las horas del día eran la misma repetida. Habíamos terminado con toda la harina y las baldas vacías del supermercado indicaban que no éramos los únicos que habían optado por la repostería para pasar el tiempo. La falta de papel higiénico constataba que tampoco éramos precisamente una sociedad de maestros pasteleros...
Las ocho de la tarde se convirtieron en las campanadas de cada día pero en lugar de reunirnos con nuestras familias frente a la televisión con doce uvas entre las manos, nos reuníamos con nuestros vecinos en las ventanas y los balcones para aplaudir el esfuerzo de los que estaban luchando cara a cara contra la muerte. Sin embargo, aquella tarde no llegamos a asomarnos.

- Venga barman, que ya son y 57 - le dije señalándole la hora en la pantalla bloqueada del móvil que traía en la mano - ¿Qué pasa?; ¿todo bien?.

- Han ingresado a la gobernanta en el Zendal - me soltó sin pestañear.

De repente, todas aquellas cifras que escuchábamos en el telediario tomaron forma, rostro, expresión, recuerdo..., y un escalofrío intenso me recorrió la espalda al escuchar afuera los primeros aplausos.  


En el hilo sonaba Fink

miércoles, 25 de septiembre de 2024

TorturaNdo

 ... espectadores.



67ª Maleta

En tu mundo interior, abandonado a la corriente, repiquetean las cáscaras de pipa, se reproducen los sermones de voces autorizadas y se solapan los argumentos para celebrar derrotas ajenas con aplausos robóticos envasados al vacío existencial.

La radiografía curva de tu espalda baja ha perdido grados y ha ganado hernias. La frente elevada y la mirada alejada son la postura activa de una vida pasada. La línea tras la que el sol siempre se ocultaba hoy te irradia los ojos de luz azulada, te mantiene despierto soñando con nada, te trastoca los planos de tu casa encantada.

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Después del toque de queda todo eran preguntas sin respuestas claras. Casi como cuando se perfila la lista de los jugadores seleccionados para el mundial de fútbol, el que más y el que menos guardaba en su interior a un biólogo, un logístico, un sociólogo, un experto en seguridad, un gestor de crisis mundiales,... y todo lo que esas profesiones adquiridas tenía en común era el miedo; el miedo a no saber nada en realidad.

- ¿Qué vamos a comer hoy? - le pregunté por tener algo de conversación.

- Yo que sé, botones. No tengo nada de hambre, la verdad. ¿Tú?

- ¿Y si hacemos pan? - propuse sin dejar de mirar el techo del salón.

Se giró enteramente hacia mí sobre la silla alta en la que estaba sentado con la expresión que debe tener un móvil buscando cobertura en medio de un bosque.

- Vale.


En el hilo sonaba Dekker

martes, 28 de marzo de 2023

SalivaNdo

 ... como un perro.



66ª Maleta

En la mesa de los manjares prodigiosos no falta la sal que emerge en tu piel cuando el sol evapora el agua del mar, ni la gota que quema en tus labios después de extinguir el calor de tu sed. Ácidos resonantes estimulan los rugidos de mi ayuno forzoso pero el dulzor con que inclinas la cabeza interpretando el recorrido de la sombra para dar con tu asiento al lado del mío sólo puede saciarme de inmensa gratitud.

Sin mantelería de hilo, ni cubertería de plata el tintineo del carrillón de viento difunde una armonía que libera mi mente del ruido mundano. Huele a caldo de rape, a fumet de marisco, a rico sofrito y a arroz reposado. Pero, aún así, rehúyo del lujo del apetito, patente en la humedad de mi boca y solo puedo atender al juego de contraluces que produce la brisa moviendo los vuelos de tu vestido.

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El centro de Madrid siempre es un hervidero de gente cualquier día de la semana y prácticamente a cualquier hora del día. En los meses de frío las terrazas con estufas lanzando llamaradas ocupan cada esquina de cada plaza, cada callejón peatonal y hasta algún espacio de aparcamiento reconvertido. En una de esas terrazas en plena plaza de Santa Ana había quedado con la recepcionista del The Level. Todavía se notaba bullicio por la calle.

- Me ha hecho mucha ilusión que me llamaras - me dijo con naturalidad nada más sentarnos. - Ahora que no trabajamos en el mismo hotel pensé que terminaríamos perdiendo el contacto.

- ¡Uy, no! - contesté poniendo cara de pánico. - Ya hemos perdido a casi todos nuestros turistas, el The Level y a su recepcionista, horas de trabajo y sueldo con el ERTE..., si ahora lo que tenemos es tiempo. 

Me erguí en la silla como si fuera a lomos de un caballo de batalla. - Podrán quitarnos la vida, pero nunca nos quitarán, ¡¡el contactar!! - dije elevando mi jarra de cerveza.

- ¡Bien dicho Botones Wallace! - dijo con voz profunda y poniéndose un mechón de pelo a modo de bigote a la vez que levantaba y chocaba su jarra con la mía haciéndolas sonar.

Seguimos hablando durante horas, picoteando las tapas que nos iban trayendo, riéndonos ajenos a cualquier realidad. Lo pasé en grande. No olvidaré ese 13 de Marzo de 2020.


En el hilo sonaba Rayden