... al vacío.
85ª Maleta
La química del dinero se diluye a fin de mes cuando se mezclan salud, vetustez o caridad. Atufa a madera mojada, a vino y a sudor seco, sabe a sal pegada y ocre, amarga la conversación. Puede vestirse con seda y rascar como la lana, sintetizar veredictos, vivir de tu connivencia, reformarte la conciencia con soberbias cualidades y hacerte el hombre invisible ante los ojos de los que siguen a la carrera haciendo girar su rueda, dorando su propia prisión.
La química del amor combina o se descompone, colorea o funde a negro, se enfría en un abatidor. Empalaga la ilusión, engaña su juego de espejos, quema de cerca, duele de lejos, sienta bien al corazón. Reacciona en la probeta de manera inesperada y suele tener la maleta del domingo preparada por si hay que salir corriendo, por si llega la llamada, por cambiarse de planeta o quedarse en la estacada. Su proceso flota en el aire y en el vacío, camina en el alambre, pende de un hilo, te atraviesa con su carga de ion positivo y aunque ofrezca un resultado lejos de lo prometido, tal vez sea el experimento que más veces repetimos.
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Las maletas de regreso se hacen siempre al mogollón. Si tuviera rayos X en los ojos, estoy convencido de que todas las maletas que he llevado de entrada a las habitaciones llevaban ropa perfectamente doblada, outfits pensados con detenimiento para cada ocasión y para varios 'por si acasos', pero organizados y bien colocaditos en un Tetris perfecto. La misma seguridad y las mismas pruebas tengo, de que si viera el interior de las maletas que he bajado de salida del hotel, vería ropa arrugada, gurruños de camisetas usadas mezclados con ropa interior que nunca se llegó a utilizar, pero que irá igualmente a la lavadora al llegar a casa.
El Barman y yo hacíamos la maleta en silencio. La maleta de vuelta. Y aunque ni él, ni desde luego yo, teníamos claro hacia dónde volvíamos me di cuenta de que ambos estábamos doblando todo con un especial cuidado y dedicación, acomodándolo cada uno en nuestro equipaje como si aquella maleta fuera en verdad una maleta de ida, de comienzo de viaje. En cierto modo, eso era lo que teníamos por delante.
En el hilo sonaba Dani Fernández
Los primeros textos de tus entradas, son brutales, tienen tanta "chicha" que hay que releerlos.
ResponderEliminarEs realmente un placer hacerlo.
Un abrazo
Flipo con tus prólogos, tanto es así que después ya ni sé qué leo.
ResponderEliminarUnas reflexiones muy coherentes, en esta vida todo evoluciona y lo que en un momento nos parece ideal , y con el tiempo nos llega a cansar.
ResponderEliminarMis abuelos me enseñaron que todo en esta vida tiene su tiempo y que lo poco gusta y lo mucho cansa.
Una feliz noche.