viernes, 12 de septiembre de 2025

OcultaNdo

... la cara de la Luna.



84ª Maleta

No se me da bien recibir halagos. Ni me compraría, ni me sé vender. No preguntes más por mis fortalezas, me caí en el foso al intentar cruzar y nado extramuros de la gran ciudad. Nunca me desprendo de mi propia toga y me auto vigilo sin pestañear. Soy un impostor, el lobito bueno; no me dejaría abierto tu corral.

Hiervo por la noche agua en la cazuela para evaporarme libre y transparente, pero en la mañana soy como el rocío que se precipita sobre tu jardín. Si notas un frío cuando te desnudas es porque mi aliento muere por tu piel. No te creas nada. Son sólo apariencias. Mis abejas pican y fabrican hiel.

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Sí. Acababan de anunciarnos que el Expediente de Regulación Temporal de Empleo al que llevábamos sometidos desde hacía 6 meses iba a transformarse en un 'ERE', sin la 'T' de temporal. Vamos, que muchos de los que estábamos en aquella reunión íbamos a quedarnos sin trabajo al que volver, sin rutina de la que quejarnos, sin jefe al que soportar, sin anécdotas del día, sin un tercio de nuestra vida habitual. Un tercio.

Era inevitable sentir incertidumbre. Más aún si es que era posible después de haber pasado encerrados en casa tanto tiempo, aplaudiendo desde los balcones como punto de conexión con la realidad. Porque todo lo que salía por la televisión no parecía real hasta que tomaba cuerpo en alguien conocido como nos pasó a nosotros con la Gobernanta.

- ¿Esto es una putada o una oportunidad? - le pregunté al Barman cuando cerramos la llamada.

- Claramente, una oportunidad - me dijo sin titubear.

Y su seguridad me dio una cierta calma. Como cuando evacuábamos el Hotel en los simulacros de incendio. Sin humo, sin calor, sin crujidos de materiales consumiéndose entre las llamas.


En el hilo sonaban Usted señálemelo

domingo, 7 de septiembre de 2025

NublaNdo

... tu mente.


83ª Maleta

La mañana te aplasta en la cama. Ni la luz vence a la gravedad de tu carne y tus cinco sentidos aliados contra tu voluntad. Unas sombras han cobrado vida ocupando tu sitio en el mundo. Te han quitado la voz y hacen turnos para no dejarte descansar. De la mano del agotamiento, los paseos son por el alambre y no llega la hora en que el hambre te recuerde que debes comer. El instinto de supervivencia es un ruido de demoliciones y tus nervios, hasta ahora templados, borbotean en ebullición. Una banda de desconocidos toca música clásica triste y no sabes a lo que viniste, ni reconoces la habitación. En platea te aplaude tu público en mitad de un ataque de pánico, pero el vértigo se siente lúcido desde el púlpito de la confusión.

Las miguitas de pan que tiraste para no perder el buen sendero se difuminan ante tus ojos en un suelo que cruje al pisar y te pierdes en un mar de dudas, entre olas de viento y arena que resecan la sangre en tus venas, que revisan a más tu condena, que graban un semblante de pena en las caras que transmitían paz.

¿Qué será de nosotros ahora que la vida se ha vuelto tan cínica?, ¿qué requiebros, regates, cabriolas, nos veremos forzados a dar?. ¿Quién se ocupará de nuestros huesos en la fosa común del olvido?, ¿qué universos proyectaremos?, ¿qué sandalias nos calzaremos para cruzar por ese desierto al que nadie se quiere enfrentar?

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Se acababa el verano y con él la última extensión que nos habían dado del ERTE al que habíamos quedado abocados por la situación del turismo mundial. La dirección de la cadena había aprovechado para llevar a cabo en el hotel las reformas para las que nunca se encontraba un buen momento, ni espacio en la previsión de reservas para molestar lo menos posible a los huéspedes durante las obras de renovación. Aquella mañana nos habían convocado a una reunión por Teams para explicarnos la dirección que iban a tomar los acontecimientos en el futuro del hotel y la expectación era enorme.

- Buenos días y muchas gracias a todos por asistir a esta reunión. - empezó diciendo el Director. - Como bien sabéis, el Hotel Kimera ha sufrido en los últimos meses muchos cambios previstos dentro de los procesos de la fusión con una gran cadena y su estandarización de comodidades y recursos, pero también imprevistos como esta pandemia que, al margen del menoscabo económico, tanto daño nos ha hecho física y mentalmente a todos a nivel personal. Quiero aprovechar la oportunidad para mandar todo mi cariño y un emocionado abrazo a todos los que hayáis perdido a algún familiar, amigo o conocido durante estos meses terribles, así como a aquellos que aún lucháis con las secuelas de este virus que nos ha enseñado lo vulnerables que somos en realidad a circunstancias externas y fuera de nuestro control. En ese marco, el de la reconstrucción desde una situación inédita y prácticamente impredecible, es en el que os vengo a comunicar las decisiones que se han tomado desde la dirección general de la cadena.

Nunca en la historia de las reuniones, presenciales o virtuales, oficiales o informales, se habían mantenido tantos ojos fijos en una pantalla, con tanto silencio y atención a las palabras que estaban a punto de pronunciarse.


En el hilo sonaban Luis Brea y El Miedo