7ª Maleta
Quiero tomar algo contigo esta noche y beber entre risas e historias contadas mil veces.
Quiero chocar cada vaso relleno y que tu espuma y mis burbujas se derramen a los pies de la barra.
Quiero cambiar el decorado, acompasar las luces con las horas, escuchar varios estilos de música distintos.
Quiero acortar las distancias, arrastrar hacia mí tu taburete, quedar al alcance de tus mordiscos.
Quiero brindar por las máscaras guardadas, por las caras frescas y recién lavadas, por el brillo natural que desprenden nuestras miradas...
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El día había sido gris, lloviendo sin parar un momento. Lo sabía porque desde el salón del bar se podía ver el cielo a través de la cúpula transparente. Cuando había silencio absoluto o jarreaba el agua empujada por el viento se podía escuchar el tintineo de las gotas sobre la cubierta.
El pianoman tocaba despacio la canción más triste del mundo para una audiencia penosa de tres clientes sentados solos y en mesas separadas.
- Botones! Estás mohíno! - me dijo el barman mientras depositaba el vaso con mimo sobre una servilleta doblada. - Si ya has acabado el turno; el mundo te aguarda ahí afuera, chico!
- Esa es la frase más positiva que he escuchado en todo el día. Brindo por eso, cheers!
Y levanté mi Colacao calentito en dirección a la sala; al fin y al cabo solo era Miércoles por la noche...
Quiero chocar cada vaso relleno y que tu espuma y mis burbujas se derramen a los pies de la barra.
Quiero cambiar el decorado, acompasar las luces con las horas, escuchar varios estilos de música distintos.
Quiero acortar las distancias, arrastrar hacia mí tu taburete, quedar al alcance de tus mordiscos.
Quiero brindar por las máscaras guardadas, por las caras frescas y recién lavadas, por el brillo natural que desprenden nuestras miradas...
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El día había sido gris, lloviendo sin parar un momento. Lo sabía porque desde el salón del bar se podía ver el cielo a través de la cúpula transparente. Cuando había silencio absoluto o jarreaba el agua empujada por el viento se podía escuchar el tintineo de las gotas sobre la cubierta.
El pianoman tocaba despacio la canción más triste del mundo para una audiencia penosa de tres clientes sentados solos y en mesas separadas.
- Botones! Estás mohíno! - me dijo el barman mientras depositaba el vaso con mimo sobre una servilleta doblada. - Si ya has acabado el turno; el mundo te aguarda ahí afuera, chico!
- Esa es la frase más positiva que he escuchado en todo el día. Brindo por eso, cheers!
Y levanté mi Colacao calentito en dirección a la sala; al fin y al cabo solo era Miércoles por la noche...
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