miércoles, 8 de enero de 2025

ZurcieNdo

 ... los pedazos de tu historia.


70ª Maleta

No hace falta esperar hasta el lunes, a la hora en punto o al primer mes del año. No es preciso contenerse hasta el disparo, al final de la cuenta regresiva o a la luz verde del semáforo. No te sientes sobre el frío mármol, ni debajo de un árbol aguardando a que escampe. No te subas en el tren de luego si hay asientos libres en el tren de antes. No hay discurso impostado y correcto que descuide el defecto de un mal pensamiento.

Escaleras de un par de peldaños que se desempolvan una vez al año no harán que abarques de un vistazo a la Tierra curvándose en sus confines, no darán perspectiva al esfuerzo ni a la resistencia que agrupa los metros por miles, no alzarán la voluntad sobre las voces que en tu interior acolchan el abandono, pero elevarán tu autoestima, ensancharán tus bases, reforzarán el hilo para que el aire no pase entre los nuevos remiendos que le apañes a tu traje.

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Un miedo creciente invadía mis pensamientos y no me dejaba conciliar el sueño. La muerte se había hecho carne y vivir a sus espaldas ocupando el tiempo me resultaba una misión imposible. Sorprendentemente, no era mi propia muerte o el peligro real de que me alcanzara lo que me tenía en un sinvivir, sino la muerte de los demás, de aquellos que me rodeaban. Empecé a sentir una empatía enorme por aquellos que habían perdido a alguno de sus padres, o abuelos, o hermanos, o hijos, o amigos... Me cuestionaba constantemente mi capacidad para soportar ese dolor y todo lo que viniera detrás.

- ¿Cómo haces para estar tan entero? -  le pregunté al barman - ¿no crees que todo va a cambiar a peor?

Me miró fijamente y respondió muy serio con un tono que no recordaba haberle escuchado nunca antes. 

- Sólo existe el presente, botones. No podemos vivir sufriendo por escenarios que sólo existen en nuestra mente. ¿Te das cuenta que te estás agobiando por cosas que con suerte no van a pasar?

Pero yo no podía evitarlo. Rumiaba y rumiaba. En mi cabeza estaba perdiendo la partida...


En el hilo sonaba Ben Howard

miércoles, 1 de enero de 2025

VisualizaNdo

... el objetivo.


69ª Maleta

Que vuelen los besos que nunca nos damos, que suene la música y se alce el telón. Que duelan los dedos cuando nos rozamos, que salten las chispas y aumente el calor. Que abandonen mi cuerpo tus 21 gramos, que me haga San Vito su baile privado y me cure de espanto; que me sobre el valor.

Rastrea mi olor hacia una salida, firmemos un pacto de cuero y saliva. Desnuda mi mente y tu piel de gallina, deleita tu vista, corre las cortinas. Enciende las luces, déjame prendado, que a la deriva te observe desde un mar apagado. Gira en tu cabina, faro del pasado. Leo tu frecuencia; nado, y muero ahogado.

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Sin turistas, sin comerciales ambulantes ni hombres o mujeres de negocios, sin incentivos de empresa, sin celebraciones ni reuniones familiares, sin amores furtivos, sin libertad de movimiento..., la actividad en el hotel era casi nula. Parece mentira, pero de las peores circunstancias surgen las reacciones más primarias y había quien aprovechaba esa desgraciada tesitura para allanar, destrozar y afanar con lo que no era suyo.

El director pensó que podíamos completar algunos turnos para mantener el hotel "habitado" y así evitar mandarnos a todos a casa con un ERTE completo. Era algo voluntario; yo acepté. Me venía bien algo de rutina.

- ¿Cómo dice?, no le oigo con tanto ajetreo... - traté de bromear con el Jefe de Recepción.

- Botones..., por favor, no estoy de humor; de verdad. Estoy muy preocupado por la Gobernanta. ¿Cómo es posible que se haya contagiado? Ella es muy cuidadosa con la limpieza. Siempre. ¿Y si le pasa algo? No podemos ir a verla..., no quiero ni pensar si..., si... - se le tensionaba el nudo de la garganta.

- Jefe, todo va a salir bien. Cuando llegue a casa el Barman me tendrá preparado el parte y yo le escribo para que se quede tranquilo, ¿de acuerdo? Pensemos en otra cosa, ¿le parece?.

Pero el elefante en la habitación era tan grande como todo el lobby de la recepción.


En el hilo sonaba Tom Misch