martes, 28 de marzo de 2023

SalivaNdo

 ... como un perro.



66ª Maleta

En la mesa de los manjares prodigiosos no falta la sal que emerge en tu piel cuando el sol evapora el agua del mar, ni la gota que quema en tus labios después de extinguir el calor de tu sed. Ácidos resonantes estimulan los rugidos de mi ayuno forzoso pero el dulzor con que inclinas la cabeza interpretando el recorrido de la sombra para dar con tu asiento al lado del mío sólo puede saciarme de inmensa gratitud.

Sin mantelería de hilo, ni cubertería de plata el tintineo del carrillón de viento difunde una armonía que libera mi mente del ruido mundano. Huele a caldo de rape, a fumet de marisco, a rico sofrito y a arroz reposado. Pero, aún así, rehúyo del lujo del apetito, patente en la humedad de mi boca y solo puedo atender al juego de contraluces que produce la brisa moviendo los vuelos de tu vestido.

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El centro de Madrid siempre es un hervidero de gente cualquier día de la semana y prácticamente a cualquier hora del día. En los meses de frío las terrazas con estufas lanzando llamaradas ocupan cada esquina de cada plaza, cada callejón peatonal y hasta algún espacio de aparcamiento reconvertido. En una de esas terrazas en plena plaza de Santa Ana había quedado con la recepcionista del The Level. Todavía se notaba bullicio por la calle.

- Me ha hecho mucha ilusión que me llamaras - me dijo con naturalidad nada más sentarnos. - Ahora que no trabajamos en el mismo hotel pensé que terminaríamos perdiendo el contacto.

- ¡Uy, no! - contesté poniendo cara de pánico. - Ya hemos perdido a casi todos nuestros turistas, el The Level y a su recepcionista, horas de trabajo y sueldo con el ERTE..., si ahora lo que tenemos es tiempo. 

Me erguí en la silla como si fuera a lomos de un caballo de batalla. - Podrán quitarnos la vida, pero nunca nos quitarán, ¡¡el contactar!! - dije elevando mi jarra de cerveza.

- ¡Bien dicho Botones Wallace! - dijo con voz profunda y poniéndose un mechón de pelo a modo de bigote a la vez que levantaba y chocaba su jarra con la mía haciéndolas sonar.

Seguimos hablando durante horas, picoteando las tapas que nos iban trayendo, riéndonos ajenos a cualquier realidad. Lo pasé en grande. No olvidaré ese 13 de Marzo de 2020.


En el hilo sonaba Rayden

miércoles, 21 de diciembre de 2022

QuemaNdo

... las naves.


65ª Maleta

Conságrate al Dios que fuere arrojando al fuego las culpas, libera de lastre inútil las alforjas de tu mente, aligera, clarifica, despeja el camino adelante porque el suelo que pisaste ha prendido y se achicharra. Por más que disciernas y sofoques, por más que descubras y mitigues, por más que escuches y te guíen esas tablas calcinadas ya no aguantarán tu peso.

Construye tu nueva apariencia en un cuarto sin espejos, confía en tus conocimientos, deshazte de tus complejos. Sólo hay paz si hay objetivo. Sólo luz donde hay camino. La tierra virgen, el sol naciente, el agua pura y el tiempo, impaciente.

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Estaba en la recepción del 'The Level' mirando una vez más aquel cuadro y pensando en su significado.

- 'Veritas Nunquam Perit'..., 'la verdad nunca desaparece'... - pensaba en voz alta.

Todo parecía distinto en aquella planta ahora deshabilitada y con la luz mínima. Los grandes jarrones con sus largas y gruesas ramas de bambú estaban colocados de forma que cerraban el paso hacia el interior. Lo que un día fue una decoración asiática parecía una fila de oscuros barrotes. La sala acristalada de la entrada en la que normalmente habría algún cliente leyendo la prensa económica e ignorando las piezas de fruta dispuestas en la mesa al lado de los croissants y la máquina de café 'Expresso' estaba totalmente vacía y apagada. Y, por su puesto, la recepcionista no estaba allí.

Miré su mesa vacía y de nuevo aquel cuadro que era casi lo único que tenía algo de luz al estar cerca de los ascensores y decidí que tenía que llamarla.

- Para ver qué tal está..., y ya está. No pasa nada. - me dije a mí mismo dándome confianza.


En el hilo sonaban La cuerda floja

miércoles, 14 de diciembre de 2022

PredicaNdo

... en el desierto.


64ª Maleta

Allá afuera, en la arena, cuando te encuentras en el medio de mil espejismos de agua inexistente y la soledad se convierte en un hecho tan profundo e inabarcable que dudas incluso de los sonidos de tu propio cuerpo, el latido de tu corazón, el chasquido de tus huesos, el rugir de tus vísceras resecas, es entonces cuando centras tu cabeza o la pierdes para siempre.

Las memorias de brasero, las leyendas de taberna, los cuentos con moralina para hijos de hombres sabios y hasta las evidencias supervivientes de una realidad tan violenta como ajena a cualquier rutina conveniente no serán suficientes para prevenirnos, pues siempre habrá una descarga, un pretexto que nos exculpe por no haber estado preparados para esto.

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Entre las personas de a pie, sólo aquellos con responsabilidad en temas que tuvieran que ver con la organización o la previsión a futuro estaban realmente preocupados y empezaban a movilizarse internamente para crear algún tipo de protocolo de emergencia sin saber muy bien qué partida asignar a semejante proceso. El resto permanecíamos aletargados, mirando la televisión, hablando de los murmullos que se escuchaban en los despachos y levantándonos a la misma hora de siempre para ir a trabajar con las mismas ganas de siempre de que llegara el fin de semana.

- Entonces, ¿ya estás más o menos bien? - le pregunté al barman mientras cerraba la puerta de casa.
- No lo sé, cof cof, sólo me queda esta tos tonta - carraspeó - pero no me fío un pelo.
- Verás que no es para tanto y te has pasado el fin de semana encerrado como un conejo en su madriguera para na..., pero ¿a dónde vas?.
- Por las escaleras, botones, por las escaleras! - gritó ya desde el segundo rellano.

En el hilo sonaba Sting

sábado, 1 de enero de 2022

OndeaNdo

 ... mi bandera.


63ª Maleta

El que algo quiere, algo demuestra.

Sus cabellos flotan y se entrelazan en el aire sujetados por la fuerza de hilos finísimos, invisibles que se mueven viajando desde el horizonte hasta alcanzar la orilla en la que aguarda. Los siente recorriendo su piel, acariciando sus mejillas, levantándole la falda. Los adivina en el perfil espumoso de las olas, en los pequeños torbellinos de arena, balanceando las copas de los pinos.

Quiere dejarse ir, abandonar el peso de la gravedad, clavarse mil agujas y sentir una descarga de electricidad que se encargue de crear un movimiento cualquiera, autómata. Pero pesa demasiado. Su cuerpo, su cabeza y hasta su alma se ha vuelto tan densa que ni la luz del nuevo año escapa y se consume en su interior como si nunca hubiera existido.

El que no tiene esperanza, podría no vivir.

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La actitud del barman me tenía desconcertado. Un poco más si cabe que todo lo que estaba ocurriendo en el mundo. Pero él estaba convencido de que debía aislarse en su habitación a pesar de que el médico de cabecera le había indicado una simple infección de las vías altas.

- Pero si han dicho en la tele que aquí en España no hay nada de eso y que es improbable que llegue. ¡Sal aquí y cena conmigo en el salón hombre!.
- Que no botones que no insistas. Si es un simple resfriado, mejor. Pero, ¿y si no lo es? - inquirió. Tengo una amiga enfermera que me ha dicho que ya hay algún caso aquí mismo en la ciudad.
- Pero, ¿cómo puede estar tan segura?. No voy a estar dejándote la cena en la puerta toda la semana como si fueras un recluso peligroso. - amenacé. Mira, empiezan las noticias. A ver qué nos cuenta "el Vicen" antes de 'El Hormiguero'. - le dije a gritos desde el sofá.

Aquella noche las noticias abrieron con el primer caso registrado de Covid19 en Europa; un turista alemán en la isla canaria de La Gomera.

- Joder, barman... A veces me caes fatal. - dije para mí mismo.

En el hilo sonaba The Cinematic Orchestra

lunes, 2 de noviembre de 2020

NinguneaNdo

... al enemigo


62ª Maleta

Estamos programados para olvidar, para caminar con anteojeras, para consumir sin cuestionar. Nos sientan en una montura y procuramos encajar, divididos en ejércitos a la voz de "¡disparen sin preguntar!". Do, re, mi, mí, me, conmigo; mío y de nadie más. ¿La música en nuestros oídos?. Marcha fúnebre al compás. Y hay quien la baila, y la goza, y la canta...

Somos de una casta de valientes que se ríe en la cara del peligro y afrontamos las consecuencias con la máxima osadía porque estamos curados del espanto ajeno, porque a nadie le aportan las responsabilidades, porque la culpa nunca cae al suelo pero tampoco pesa en nuestros brazos. Cha cha cha...

Cuando la muerte llegue con la cuenta no podremos correr y hacer un simpa, no ocurrirán milagros navideños, no ofrecerá descuentos ni rebajas. Se cobrará en especie lo pactado, lo traducido ya a todas las lenguas y que ha quedado bien publicitado.

¿Quién lanzará el primer canto rodado?.

(...)

Será porque no estamos avisados.

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Entré en casa caminando despacio como el que se adentra en una casa del terror.

- ¿Hola? - pregunté al aire mientras me iba asomando hacia el interior.

La península de la cocina estaba recogida, las dos sillas de barra alineadas en su lugar y no había platos ni vasos en el escurridor como solía ser lo habitual. En el salón todo estaba ordenado también. No había mandos de la 'Play' por medio, la funda del sofá estaba bien colocada y en la mesa baja no había revistas, ni libros, ni ningún portátil o sus cables asomando. Además parecía todo limpio. La estantería y la tele libres de polvo, la alfombra aspirada y el suelo fregado. La luz entraba por el ventanal de la terraza y atravesaba hasta la puerta de la despensa junto al frigorífico. La perfecta foto de revista de decoración.

- ¿Has estado de zafarrancho de limpieza esta mañana o qué?.

Avancé por el pasillo hacia la última puerta de la izquierda, la de la habitación del barman.

- No había mascarillas en ningún lado. He probado con todas las farmacias que he encontrado desde el hotel hasta aquí pero nada, agotadas en todas partes. ¿Te lo puedes creer?

Toqué con los nudillos en su puerta.

- ¿Estás bien?.
- ¡No entres! - me indicó desde el interior - ¿Me has traído las pastillas y el termómetro?.
- Sí. Aquí los tengo pero...
- Déjalos ahí en la puerta y vete al salón, please.
- Tío, estás empezando a acojonarme.
- Tranquilo, my friend. Tú hazme caso. Ahora te lo explico.

Dejé la bolsita de la farmacia en el suelo y me alejé de la puerta caminando hacia atrás como si estuviera en medio de un intercambio de rehenes.


En el hilo sonaba Madilyn Bailey

miércoles, 27 de mayo de 2020

MenguaNdo

... las expectativas.


61ª Maleta

El zumbido insistente de una avispa la pone en alerta en busca de lo cerca o lejos que se encuentra de su aguijón. Jamás ha sufrido una picadura pero solo piensa en huir del dolor. Cuando al fin la localiza se queda hipnotizada observando cómo se aproxima lentamente a la boca de una fuente con pulsador manual clausurada con una pegatina de fondo rojo que reza 'Prohibido su uso temporalmente'.

La avispa se apoya en el borde de metal con la misma delicadeza que si lo hiciera en el interior de una flor y camina marcha atrás introduciéndose con cuidado dentro del caño como si tratara de evitar cualquier daño a su pistilo. En ese momento se da cuenta de que el silencio que se vive en las ciudades ha dejado espacio a otros sonidos en los que antes ni siquiera reparaba: los pájaros por la mañana, los pasos de algún perro, el aire esparciendo el algodón de los álamos,...

Las antenas de la avispa asoman de nuevo por el agujero y enseguida vuelve el sonido de su vuelo esta vez para alejarse cargando con una gota de agua cristalina que brilla como un diamante al cruzarse por uno de los últimos rayos de sol que le quedan al día. Ella la sigue con la mirada hasta donde puede y respira profundamente. Durante un instante se siente parte y motor de un cambio o, al menos, de la oportunidad de que la ciudad y sobretodo sus habitantes aprendan algo de todo el dolor vivido en las últimas semanas.

De pronto, un sonido metálico y repetitivo la saca de su ensoñación. En los balcones asoman cucharas de madera, sartenes, cacerolas y todo tipo de utensilios que eclipsan con bullicio el murmullo de la ciudad pausada. Molesta, se pregunta cómo es posible que encontremos la forma de apabullar y sobresalir siempre sobre todo lo demás. En su interior se empiezan a encoger las frágiles esperanzas.

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Saqué el móvil de nuevo imaginando lo que podía haber pasado. Y no me equivocaba.

- Al final ha salido Manu - a las 15:20
- Me ha dicho que estabas hablando con alguien en la escalera así que nos vamos acercando al Japonés de siempre por si al final te apetece - a las 15:21
- ¿Será posible que me pase lo mismo dos veces? Está claro que no aprendo la lección... - pensé.

Decidí llamar al barman antes de responder.

- ¿Qué pasa compi? Perdona que no te cogiera antes. Es que no veas la que le han hecho a la recepcionista del The Level. Estaba la pobre... - me disculpé.
- Luego me cuentas - me dijo con voz apagada - Es que me encuentro fatal. No voy a ir a trabajar esta tarde. ¿Te importa comprar paracetamol y un termómetro en la farmacia a la que vengas a casa? Creo que tengo fiebre y todo.
- No me digas que te has pillado un gripazo. Eso te pasa por dormir con el culo al aire - le dije bromeando.
- ¡Ah! Y mascarillas. Compra mascarillas, por favor.
- ¿Mascarillas? ¿Para qué?
- Tú hazme caso, botones.
- Bueno bueno, lo que tú me digas. Voy para allá. No tardo.


En el hilo sonaban Morgan